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Carlos Semprún Maura

Curiosos aguinaldos

Entras en el restaurante de la Asamblea Nacional y el Gobierno te presenta su menú. Curiosamente lleva hoy un título genérico: “Huelgas”. El maître, Jospin, sonríe y afirma que todo esta bajo control. A los buenos clientes afirma con voz queda: “más motivos para votar por mí” “¿Cómo votar por un candidato sólo “probable”? Eso es lo que usted dijo por televisión”, preguntan algunos. “Pura estrategia electoral, ya me entienden”. No es seguro, porque sales a la calle y constatas que incluso si no era exactamente lo que querían los gendarmes, sus masivas manifestaciones han abierto una brecha por donde se precipitan todas las demás categorías de funcionarios, y algunos más.

Es cierto que, para un Gobierno sin proyecto, ni idea, con una mayoría “plural”, o sea, cosida con una tela de araña de ambiciones personales y de intereses contradictorios, no es cosa fácil enfrentarse a tan masiva manifestaciones de gendarmes. ¿Qué hacer?. Lanzar el ejercito contra ellos no hubiera sido bien visto. Además, Francia no tiene ejercito y el que tiene (38 militares) está en Afganistán, para figurar en el desfile de la Victoria. ¿Lanzar la policía contra los gendarmes? Peligroso, los policías ya se habían manifestado antes. El gobierno, por lo tanto, se rajó, y ahora resulta que los policías, envidiosos, porque los gendarmes han obtenido más que ellos, vuelven a manifestarse: gran concentración unitaria y nacional, prevista para el viernes 14. Los aduaneros también se manifiestan, a su manera. Y los magistrados, los cuales protestan porque no tienen medios para aplicar la nueva ley sobre “presunción de inocencia”. Y los carceleros, o funcionaros de prisiones, y los empleados de Correos, y los de Banca, quienes aprovechan de las dificultados del paso del Ebro... ¡No!, al euro, para fastidiarlo todo aún más; y las enfermeras, y los internos en los hospitales, y los médicos, y los transportes, y los parados, quienes obviamente no harán huelga, pero amenazan con manifestaciones, para que se les aumente la tradicional prima de Navidad.

Confieso ser muy torpe en cuestión de cifras y estadísticas, pero resulta que, oficialmente, los parados no llegan a dos millones, pero los pobres sin trabajo, son seis millones. Esto lo afirma el “Socorro Católico”, que no es una organización muy revolucionaria, digamos, precisando que en esos seis millones, los hay con algunas semanas de trabajo precario al año, y que, por lo tanto, no figuran en las estadísticas sobre el paro. Como tampoco figuran los SDF (sin domicilio fijo), ya que estos se hallan fuera del bien y el mal, de las normas sociales y de la burocracia estatal. A veces se los ve, sentados en las aceras, alegres, con sus botellas de vino tinto, exigiendo a gritos una limosna, a veces se organizan en bandas, como en tiempos de Dickens, a veces se mueren de frío durante los fríos inviernos, como este. Pero eso no está en el menú del Gobierno, ya que no existe, en sus estadísticas, y no ponen bombas, ni siquiera destrozan escaparates.

Lo que si está, en cambio, es la oleada de huelgas, habidas y por haber. Curioso aguinaldo para esta social-burocracia que considera a la sociedad como un sonriente cuartel, con tiestos de flores, y se topa con la rebelión de sus soldados funcionarios.

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