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Carlos Semprún Maura

De Córcega a Celine

Asignaturas Pendientes

Se está discutiendo en el Parlamento francés la nueva ley autonómica para Córcega. No nos llamemos a engaño, el proyecto en discusión está muy descafeinado. Por temor a la negativa tajante del Consejo Constitucional, el Gobierno Jospin ha realizado una operación deflou artistique, que podría traducirse en maqueto, por “ni chicha, ni limoná”, pero que tiene el merito aparente de poder ser votada en el Parlamento, pese a seguir siendo anticonstitucional, y que ya encoleriza a los oteguis corsos, quienes amenazan de nuevo con “guerras santas”.

Posibilidad para la Asamblea corsa de adaptar las leyes de la República a la “especifidad” corsa, privilegios en materia de subvenciones o impuestos (que nadie paga) y obligatoriedad de la enseñanza del corso y de su uso administrativo, político y mediático, aunque atenuadas, repito, estas disposiciones exigirían la revisión de la Constitución. Esta define muy claramente que la ley es la misma para todos los ciudadanos, que sólo el Parlamento nacional tiene poderes legislativos, aunque se admitan referendums sobre ciertas cuestiones, y que la única lengua oficial del país es el francés.

Las ambigüedades de este proyecto de ley permiten, sin embargo, que partidos y diputados se dividan de manera diferente a la clásica: miembros de la mayoría social-comunista en contra y la oposición a favor. Los de la oposición –empezando por el ex Presidente Giscard d’Estaing, con su tradicionaloui, mais...( si, pero...), que ya había utilizado, con tanto éxito contra De Gaulle, así como con Balladur, Sarkosy, Mandelin, etc.– ve este proyecto para Córcega como el primer paso hacia una amplia descentralización de todas las regiones históricas de Francia. Y es cierto que el Estado jacobino está ultra-centralizado. Algunos insensatos, sin embargo, ponen como ejemplo las autonomías españolas, como si, sordos o ciegos, no se hubieran enterado de que si bien los textos constitucionales pueden (y deben ) defenderse, la realidad tiene las manos manchadas de sangre, y hasta le faltan dedos, como a Gorka. Pero nadie, nadie, tratándose de Córcega, alude al problema de la “Corsa nostra”.

En este sentido, la asignatura pendiente sobre las lenguas regionales propuesta por el Ministro de Educación, el modisto Jack Lang, va por tan mal camino como todo lo demás. Francia tuvo la suerte de poder imponer, no mediante divisiones acorazadas, sino mediante la escuela obligatoria, laica y gratuita para todos, su lengua histórica, bella, y culturalmente rica: el francés. Ahora pretenden echar abajo ese edificio, o sea, lo poco que les queda de sugrandeurreal. Entendámonos, no se trata de prohibir nada, pero la mentalidad social-burocrática pretende, como siempre, convertir un derecho en deber. Nadie pretende prohibir el bretón, pongamos, pero subvencionar y de hecho obligar la enseñanza de ese dialecto, es un aquelarre. Además, y también como siempre, el ministro no tiene en cuenta la realidad, y su espíritu jacobino y cuartelario, quiere obligar a que se subvencione de la misma forma el bretón, o el vasco, que no lo habla casi nadie, como el alsaciano, dialecto alemán que lo hablan casi todos (salvo en Estrasburgo). Que cada cual hable, escriba, publique lo que quiera, pero, por favor, no toquéis el francés, que es, casi, lo único que os queda.

Aparece en la más ardiente actualidad literaria Louis-Ferdinand Celine, porque se ha vendido en subasta uno de los borradores de suVoyage au bout de la nuitpor once millones de francos. Un record. La Biblioteca Nacional se ha hecho con el manuscrito gracias a la ayuda de la viuda de un millonario saudí, un tal Ojjeh (¿antisemita?). Resulta que si el autor lo fue ¡y tanto! esta obra suya no lo es. El mundo será ancho y ajeno, la vida es más complicada que los ordenadores programados con lengua de palo. Pero volveré sobre Celine, porque como “malo” genial, constituye un caso interesante. Esta es una de mis muchas asignaturas pendientes.

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