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Carlos Semprún Maura

Derrota nacionalista en Córcega

Lo primero que puede afirmarse es que el pasado domingo 6 de julio, los nacionalistas corsos han sufrido una aplastante derrota electoral. Porque no sólo ganó el “no” –por corta ventaja de unos 2.000 votos–, sino que muchos de los que votaron “sí”, pensaban que la modesta reforma administrativa, propuesta por el gobierno y defendida por notables corsos, como Jose Rossi, consistente en suprimir los dos departamentos, creando una asamblea territorial única con promesas de más subvenciones y mucho folclore –pero no al corso como lengua oficial, ya rechazado por el consejo constitucional–, iba a poder frenar las ínfulas independentistas de los oteguis corsos, Talamoni y compinches. Por lo tanto un 80 por ciento de los corsos expresaron en las urnas su voluntad de seguir siendo franceses à part entière. No es la primera vez.

De refilón, éste referéndum en Córcega pone también en entredicho los proyectos de descentralización, tal y como los presenta el Gobierno Raffarin. Los socialistas franceses, que hicieron campaña a favor del “sí”, al haber perdido, declaran tranquilamente que la derrota es del Gobierno, y que ellos han “ganado”. La verdad es que han hecho el ridículo. Desde las presidenciales, luego las legislativas, se trate de la calle o del Parlamento, de su apoyo a la política pro irakí de Chirac o de su oposición inútil a la reforma de las pensiones, sin hablar, por caridad, del espectáculo grotesco de su último Congreso, no dan pie con bola. Son tan, o más, cínicos y cretinos que los socialistas españoles. Hollande y Zapatero son muy representativos de ese vacío abismal.

El arresto, el viernes 4, de Ivan Colonna, presunto asesino del prefecto Erignac, hace cuatro años y “echado al monte” desde entonces, que ha indignado a los nacionalistas, ya que para ellos todo terrorista es un “héroe de la resistencia contra el poder colonial francés”, tampoco constituye una proeza policial extraordinaria, sino un paciente y clásico trabajo de investigación, basado, como tantas veces en estos casos, en una denuncia, por ahora anónima: “Colonna se esconde en tal lugar”. Los gendarmes averiguaron la información, que se reveló certera, y le detuvieron en ese “maquis” corso que ha nutrido tanta y tan mala literatura.

La noche del domingo al lunes, apenas conocida la victoria del “no”, cuatro casas veraniegas de “continentales” o “franceses”, que no habían pagado el impuesto revolucionario, explotaron. Los nacionalistas, para quienes la victoria del “sí” representaba un primer paso hacia la independencia, demostraron así su apego a la democracia, sin siquiera querer enterarse de que la victoria del “no” constituye ante todo, un no al terrorismo. Nada ha cambiado en Córcega.

Francia está en vilo: ¿habrá festivales, y muy concretamente el de Avignon, creado por Jean Vilar, o los “intermitentes” lo van a fastidiar todo?

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