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Carlos Semprún Maura

El enemigo del interior

¿Por qué aumentan tanto las violencias y hasta crímenes contra las mujeres? Pues no han aumentado, lo que ocurre es que se habla mucho más de ello, y hasta se dilata y se transforma, y la denuncia se convierte en propaganda antioccidental.

Todo el mundo habrá entendido que estas histéricas campañas de propaganda, nuevos reglamentos, nuevos proyectos de ley y demás sesudas conferencias complutenses sobre la "violencia de género", o "violencia doméstica", tienen un objetivo político implícito: silenciar nuestras críticas a la miserable condición de servidumbre y discriminación de las mujeres en los países musulmanes. Todo ello viene a decir: ¿cómo tenéis la caradura de criticar otras "civilizaciones" cuando os pasáis la vida matando, violando y maltratando a vuestras mujeres? No es casualidad que se hable muchísimo menos de la violencia de madres y padres contra los niños. Esta campaña no se desarrolla sólo en Francia, o en España; también se charla de ello en el Parlamento europeo y hasta en subsubcomisiones de la ONU.

A las toneladas de argumentos demagógicos y exagerados se podrían oponer toneladas de críticas, pero me limitaré el meollo de la cuestión: en los países musulmanes la violencia contra las mujeres es legal según la ley coránica, mientras que en los países civilizados es ilegal y perseguida por los tribunales. Cualquier persona con dos dedos de frente y un mínimo de experiencia sabe que las mujeres maltratadas, en nuestras civilizaciones, tienen el recurso del divorcio, si están casadas, o de la separación, si viven en concubinato, algo a lo que no pueden recurrir en cambio en los países musulmanes. Sería además desconocer totalmente lo que son hoy las mujeres en nuestros países para pensar que "no se van a atrever". ¿Aún no os habéis dado cuenta de que se atreven a todo, y a Dios gracias?

Puede que en ciertos países sea necesario modificar la legislación y facilitar al máximo el divorcio, o la separación, por estos motivos. Pueden incluso aprobarse medidas para castigar al marido bestia, o al compañero cruel, pero eso poco tiene que ver con la exorbitada campaña actual. Puede asimismo admitirse que al margen del formidable movimiento de "liberación de la mujer" –por llamarlo de alguna manera– existan mujeres realmente sometidas y aterrorizadas que no se atreven a protestar. La sociedad debería ocuparse de ellas con prioridad; no debería ser muy difícil porque son pocas. En los países musulmanes la sociedad se encarga de que nada cambie, porque es la voluntad de Alá, y está escrito en el Corán. El que no vea la diferencia que consulte un médico.

En varias ocasiones he oído o leído preguntas como ésta: ¿Por qué aumentan tanto las violencias y hasta crímenes contra las mujeres? Pues no han aumentado, lo que ocurre es que se habla mucho más de ello, y hasta se dilata y se transforma, y la denuncia se convierte en propaganda antioccidental. No hace mucho, si los asesinatos eran objeto de pesquisas policiales y judiciales los malos tratos se ocultaban, como las violaciones. Daba vergüenza confesarlo. Hoy ocurre todo lo contrario, se convierte en banderín de enganche y bandera reivindicativa. Y cuando se puede obtener alguna ventaja material, algunas parejas no dudarán en hacer trampas para lograrlas. Así van las cosas.

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