Menú
Carlos Semprún Maura

El sexo de los ángeles

Antaño se discutía del sexo de los ángeles, ahora se discute del matrimonio homosexual. Por lo general, los medios, que funcionan como robots, clasifican el debate en enfrentamiento entre derecha e izquierda, la izquierda sería favorable al matrimonio gay, y la derecha opuesta, pero la realidad es como siempre más compleja. En el PS, por ejemplo, no hay unanimidad, el secretario interino, François Hollande, aceptó a regañadientes una propuesta de su partido para presentar un proyecto de ley que legalizará dichos matrimonios, y eso pese a que su propia compañera, Segolène Royal, novísima presidenta de la región Poitou-charentes, y astro ascendente en el PS, estuviera en contra. Y de pronto llega Lionel Jospin y se declara también en contra. Sorpresa general, alivio para algunos, e indignación para otros, quienes consideran que el matrimonio homosexual constituye el pasaporte del PS para llegar a la modernidad.
 
Desde luego, ya existían resistencias, por ejemplo, la de Henri Emmanuelli, líder de la “izquierda”, quien declaró que el PS estaba perdiendo el tiempo con episódicos “fenómenos de sociedad”, en vez de llevar a cabo una consecuente “lucha de clases”. Jospin ha dimitido de todos sus cargos, pero sigue siendo una referencia en el PS. Y la mediocre mezquindad de los barones que pugnan por ser candidatos a las presidenciales de 2007, aumentan su propio prestigio. A fin de cuentas, no fue tan malo, incluso mejor, se dicen muchos sociatas de base.
 
Mientras tanto, el gobierno intenta, a duras penas, seguir reformando. El proyecto de reforma de los Seguros de enfermedad, presentando por el nuevo ministro de Sanidad, Douste-Blazy, puede resumirse con una palabra: ahorros, como las cuentas de la lechera: se pagará un poco más, se reembolsará un poco menos. Claro que los ahorros son necesarios, teniendo en cuenta la deuda abismal de la Seguridad Social, pero no serán suficientes para frenar la descente aux enfers, o descalabro, de todo el sistema de Sanidad en Francia. En cuanto al Ministro de Cultura, me recuerda a un personaje de Jack London, quien viajando en trineo, lanza trozos de carne a una jauría de lobos hambrientos que le persiguen. Pues eso, el increíble Donnadieu de Fabre, lanza concesiones a los intermitentes para que se calmen y no anulen violentamente los próximos Festivales de verano. Por cierto, lo que ocurre en Cannes, es increíble, y lo de los intermitentes es lo de menos.
 
El Festival se ha convertido en manifestación política, anti Bush y “su” guerra en Irak. La realidad es que siempre ha existido en Hollywood una corriente muy crítica para con los gobernantes, incluyendo a los presidentes, mucho más que en cualquier otro país. ¿Se concibe una película contra Chirac en Francia, o contra el Rey, en España? Que actores famosos digan chorradas sobre la paz, tampoco tiene nada nuevo. Por cierto ¿cómo se llama el monstruo austriaco y republicano ese que acaba de ser ampliamente elegido gobernador de California? Pero como Francia ya no tiene cine, se consuela con demagogia.

En Internacional

    0
    comentarios