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Carlos Semprún Maura

Escándalos

El primero es el del tranvía, ese maldito tranvía cuya construcción de las infraestructuras va a costar fortunas, que crea atascos inverosímiles, y ahora resulta que se han puesto a cortar árboles a granel, para liberar la vía del paranoico símbolo del socialismo verde ¡el tranvía! Los vecinos y la oposición municipal protestan, algunos se indignan porque ecologistas se lanzan a la destrucción de los pocos árboles que existen en París intramuros. Es bien sencillo, no son ecologistas, es una coartada que han utilizado para auparse al poder. Además, lo absurdo, como ya indiqué, es que por el mismo trayecto circular de los bulevares des maréchaux, existe una línea de autobuses eléctricos, y que a quinientos metros de las obras existe una vía de ferrocarril abandonada, que hubiera sido más eficaz, más barato y más lógico volver a poner en servicio. Pero es que la izquierda, si no tiene ideas, tiene manías.
 
Otro escándalo mucho más grave es el del tesoro de guerra del comité de empresa CGT de EDF, unos 400 millones de euros al año, que sirven esencialmente para subvencionar el PCF y a la propia CGT, pero para sus actividades políticas, y de manera ilegal, con alguna rentable operación inmobiliaria asimismo ilegal, para aumentar l’argent de poche de algún dirigente. En Febrero, antiguos dirigentes de ese comité de empresa, expulsados por haber intentado sanear las cosas, presentaron una demanda ante los tribunales, hoy las brigadas financieras de la policía registran todo los locales de ese poderoso comité de empresa, incautándose de los libros de cuentas y otros documentos, para probar los desfalcos y demás subvenciones ilegales. Me temo que, alertados en Febrero, los responsables hayan hecho desaparecer los documentos más peligrosos. Me hizo gracia ver que entre las acusaciones o sospechas, contra la CGT-EDF, estaba la de empleos ficticios, o sea, los salarios pagados a militantes comunistas que nada tienen que ver con la electricidad. Por muchísimo menos que eso, un tribunal revolucionario condenó Alain Juppé a una fuerte multa, y sobre todo, a diez años de ilegibilidad.
 
No olvidemos que fue de Gaulle en 1944/45, quien concedió a la CGT (y por lo tanto al PCF), considerables privilegios, pensando protegerse de los comunistas, a base de mordidas. Nadie se ha atrevido a suprimir muchos de esos privilegios, concretamente en el servicio público, y me temo que pasará lo mismo hoy, con las tensas discusiones actuales sobre el abismo de la Seguridad Social, el Seguro de enfermedad, el subsidio de paro, etcétera, la Justicia se limitará, es lo más probable, a “exigir” de la CGT que limite sus desfalcos. Y que no se oponga demasiado a la apertura del capital de esa misma EDF.
 
Otro escándalo de andar por casa, ya antiguo, es el de Correos. La Dirección de la POSTE envía a sus clientes una circular triunfal para señalar que en vez de dos distribuciones al día, sólo habrá una, y eso permitirá cumplir plenamente el RTT (ese barbarismo significa la reducción del tiempo de trabajo), alargar las vacaciones de sus empleados y regalarles un chorizo para Año Nuevo, o algo así. Correos es ya un desastre, con huelgas incesantes, retrasos increíbles, y unos anuncian con trompetas que todo irá peor. Mientras tanto se declara una nueva huelga para protestar contra el proyecto de crear un Banco postal. Los sindicatos dicen temer que eso constituiría un primer paso hacia la privatización. Pues los que más eficazmente preparan la privatización son ustedes, destruyendo Correos.

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