Menú
Carlos Semprún Maura

Gallos sin espolones

“Evidentemente, seguiremos privatizando. Probablemente menos que el Gobierno en el cual usted ha participado porque ya queda poco”. Esta frase clausuró el debate televisivo del domingo, entre Vincent Peillon, novísimo Ministro de Asuntos Sociales, y Marie-Georges Buffet, secretaria nacional del PCF, y ex ministra de Jospin. Fue una buena estocada dialéctica, y la Buffet quedó muda y boquiabierta, pero es sólo una verdad a medias. Es cierto que los ministros de Economía de Jospin, Strauss-Kahn y Fabius, continuaron la obra de privatizaciones iniciada por E. Balladur, pero lo hicieron mal. Dejando de lado la clásica hipocresía del discurso social burócrata, que no utiliza el verbo “privatizar” porque es de derechas, prefiriendo la ambigua expresión de “apertura del capital”, en los casos de Telecom., Air France, Crédit Lyonnais, Renault, etc, han mantenido el famoso “núcleo duro” estatal, que permite al Gobierno dirigir en lo esencial la política empresarial y nombrar a los dirigentes, y en cambio han estrangulado, casi por completo, lo más dinámico del capitalismo moderno, un verdadero accionariado popular, los fondos de pensiones y todas las medidas que tan buenos resultados están dando en los países en los que el capitalismo es menos burocrático y estatal.

El tono de la “pasionaria de bolsillo” es el mismo que emplea la mayoría de los políticos de izquierda. Con una unanimidad perversa, todos critican al Gobierno actual, que apenas tiene 15 días de existencia, por los errores que ellos han cometido durante cinco años. Lo malo para el PS, es que sus líderes más capaces y pragmáticos, Fabius, Strauss-Kahn o Cambadelis, pongamos, arrastran sucios cascabeles e historias negras, y si bien han logrado, gracias a esos milagros judiciales a la siciliana tan frecuentes, sortear el castigo de los tribunales, algo queda, o debería quedar en las mentes: Fabius era primer ministro cuando el tremendo escándalo de la sangre contaminada, Strauss-Kahn recibió millonarias mordidas de la mutua estudiantil, MNEF; pero el peor de todos, el verdadero gangster, es Cambadelis, actual responsables de los cambalaches electorales del PS. Recordaré su historia: diputado socialista, Cambadelis, a principios de los años 90, descubre un escándalo: un negrero, gerente de hogares para inmigrantes, se metía en el bolsillo las subvenciones que recibía, y mantenía en sus “hogares” a los miserables inmigrantes en condiciones infrahumanas. En 1993, Cambadelis pierde su escaño, y no sólo abandona las pesquisas que estaba realizando sobre ese negrero, sino que le exige un salario mensual por proteger y callar. El tribunal sólo le condenó a una pena simbólica y a una multa por “empleo ficticio”, multa que la caja negra de Jospin no tuvo dificultades para costear.

Como la seudoautocrítica de la izquierda gira en torno al tema de que fueron demasiado “liberales”, y que tienen que hacer esfuerzos por ser más soviéticos, citaré, para ilustrar tales despropósitos, dos frases de dos ministras que me parecen emblemáticas: Martine Aubry: “Tenemos que lograr la felicidad de los franceses, pese a ellos”. Y ésta, de la folclórica ex ministra de la Familia, Segolène Royal: “Es absolutamente necesario y positivo que el Gobierno participe en la gestión de los sentimientos de la gente”. Y a eso lo llaman ser ¡demasiado liberales!. El último sondeo conocido da un 65% de franceses favorable a que Chirac obtenga una mayoría parlamentaria, para “evitar una nueva cohabitación” y un 36% partidario de una victoria de la izquierda en las próximas legislativas. ¡Lagarto, lagarto!

En Internacional

    0
    comentarios