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Carlos Semprún Maura

Giscard sondea

En mi calle, apenas a cien metros de mi casa, un comerciante iraní (platos preparados), había colocado, escrito de su puño y letra, un cartel de homenaje y pésame por las víctimas de los atentados en EE UU. Allí pedía que los transeúntes y clientes que lo desearan manifestaran su propia compasión, y la acera de su escaparate se cubrió con ramos de flores. La noche del sábado pasado, un gamberro, o un musulmán, o un gamberro musulmán (o Rosa Regás), alguien, hizo trizas el cartel y se lió a patadas contra los ramilletes de flores. El lunes por la mañana, todo había desaparecido y el escaparate del iraní sólo anunciaba: “Boeuf bourguignon” (pregunten a Vázquez Montalbán detalles sobre este plato typical french)...

La noticia más importante en política interior francesa -todo es relativo- fue la candidatura del ex presidente Giscard d´Estaing a las próximas presidenciales de 2002. Como la anunció en la emisión televisiva de “France-Europe-Express”, a eso de las doce de la noche, era demasiado tarde para que lo comentara la prensa matutina. Incluso el vespertino Le Monde sólo le dedica breves líneas irónicas. Giscard, invitado en esa emisión, comenzó tratando a George W. Bush con tono displicente por haber perdido el autocontrol en las primeras horas que siguieron a los atentados. “Habló de una guerra de diez años, ¡es absurdo! No es de extrañar si las Bolsas se hunden”. Según él, bastaría con una mera operación de los servicios secretos para liquidar la red de Ben Laden. ¿Y los estados que ayudan las redes terroristas?, cabría preguntar. Además, las Bolsas no se hunden, las bajas son esencialmente especulativas, y hay gentes que se forran, y no son sólo saudís.

Oyéndole dar lecciones paternales de sangre fría a Bush, que ha demostrado tenerla, yo recordaba cómo el presidente Giscard se precipitó a Varsovia, para arrodillarse ante Breznev, y rogarle que fuera bueno, que respetara la paz, en aquel momento culminante de la guerra fría, con la “crisis de los cohetes” en Europa y la URSS ocupando militarmente Afganistán, preludio de muchas realidades actuales.

Sus argumentos para presentarse a las presidenciales, a condición de que el patio le jalee, no son totalmente descabellados, ya que considera que los franceses deberían tener más posibilidades de elección que el duelo Chirac/Jospin. Pero ¿qué posibilidades tiene él, cómo será acogida su iniciativa? Esto se verá en las próximas semanas. Por ahora, lo único seguro es que Françoise Bayrou está que trina. Un dato que puede tener cierto interés es que Giscard y Chirac se odian, desde que uno era presidente y el otro su primer ministro, y que el segundo actuó contra el primero y hasta participó en la victoria de Mitterand en 1981.

Buscando a extremistas islámicos –y encontrando a algunos sin dificultades, pues eran conocidos y la actualidad exige respuestas– la policía francesa se encontró con etarras que preparaban un nuevo robo de dinamita. Inmediatamente pienso en el Festival de San Sebastián, y me pregunto si han encontrado los euros necesarios para pagar el impuesto mafioetarra. Me resulta algo inverosímil que los artistas norteamericanos no se hayan negado a participar en dicho Festival, como reacción muy justificada, no sólo a los tremendos atentados sufridos en su país y que nadie parece tener en cuenta, también contra los atentados etarras sufridos en España, a los que el Festival, con sus subvenciones al crimen organizado, contribuye indirectamente. Es como si en Nueva York se organizaran colectas a favor de Bin Laden.

La tremenda explosión de Tolosa sigue siendo bastante misteriosa. Se habló de atentado terrorista. Dicen que no. Pero, a otro nivel de aquelarre, si la explosión es el resultado de una ausencia absoluta de medidas de seguridad, hay que reconocer que es de órdago. Culpable: la empresa Total. O sea intocable.

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