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Carlos Semprún Maura

Grandes y pequeñas maniobras

Si la prensa francesa ha reaccionado más rápidamente que de costumbre a los nuevos atentados de ETA —la bomba que no explotó en el coche del guardia y el asesinato de Santiago Oleaga—, me temo que sus interpretaciones sean meros automatismos periodísticos, que tan a menudo se sacan de la manga-ordenador los que desconocen la situación.

Casi unánimes, los medios adelantan el “cabreo de ETA” por haber perdido las elecciones. Me temo, pero no me extraña, que Jon Juaristi sea quien tenga razón cuando afirma que una parte de la etabasura votó al PNV para impedir el cambio. Fueron “votos prestados”, escribe, y ¿qué van a exigir a cambio? Todo el mundo lo sabe, salvo Daniel Cohn-Bendit, quien fue a la Residencia de Estudiantes de Madrid para intentar humillarnos a los españoles, declarando cosas como que la candidatura de Mayor Oreja era “humillante” para los vascos. Su publicidad para los Verdes europeos es patética, no hay otra palabra, cuando todo el mundo sabe que en España son perritos falderos del PC y en Francia del PS, y cuando gruñen son como perros o cerdos que intentan obtener así más rancho. Los Verdes se han puesto morados y como partidos de renovación política ya tienen sus fotos con crespón en los asilos para ancianos.

“Grandes y pequeñas maniobras” se titulaba una obra de Adamov (que no fue santo de mi devoción), pues en eso estamos debido a la fiebre preelectoral. Por iniciativa del PS, pero sin aval explícito del jefe (prudente, o más bien hipócrita), se está cocinando una reforma de la Constitución para que se pueda juzgar al presidente de la República. Aún se trata de la supuesta financiación ilegal del RPR, cuando Chirac era presidente de su partido y alcalde de París. Teniendo en cuenta los delitos supuestos y el periodo, lo mismo se podría procesar a Lionel Jospin, quien fue primer secretario del PS cuando este partido, como los demás, se financiaban ilegalmente.

Pero la maniobra anti Chirac está muy clara, y el procedimiento elegido la denuncia: una reforma de la Constitución, en el sentido deseado “espontáneamente” por un sector del PS —y claro, los Verdes— será imposible antes de las elecciones de 2002. Y un proceso a Chirac ¡ni pensarlo! Y es que ni lo piensan. De lo que se trata es de montar desde el Parlamento, apoyado por grandes campañas de prensa, un clima de sospecha y rumores contra el candidato Chirac, con el objetivo de hacerle perder algunos votos. Como electoralmente Francia está cortada en dos, las próximas elecciones se ganarán con una escasa mayoría. Desde luego, tales procedimientos no son muy éticos, pero en política tous les coups sont permis, o todo vale. Y así van las cosas.

En plena discusión parlamentaria sobre el castigo que se merecen las empresas que despiden y que, teniendo en cuenta la demagogia preelectoral de izquierdas, puede tener consecuencias graves, yo pienso en Pirandello (que sí es de mi devoción) y su obra Siete personajes en busca de autor. Porque, en estas discusiones, el autor es el robot, siempre ausente. Desde luego, no se puede poner a la gente de patitas en la calle, sin indemnización, pero ¿puede imponerse a las empresas cuya producción está tan automatizada que les sobra mano de obra, el mantener ésta indefinidamente, hasta la quiebra? Este es un problema real del que nadie habla, porque el robot no entra en la “cultura” de la izquierda. Se ha notado que los diputados comunistas ladran más que de costumbre, pero no se dirigen a los otros diputados, ni a los despedidos, ni a los empresarios. Son gritos de socorro hacia sus militantes desaparecidos.

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