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Carlos Semprún Maura

Grito y murmullos

Mientras que José Bové, el falso campesino y verdadero delincuente, participa en la noria de las “universidades de verano” de la izquierda plural, desde Johanesburgo nos llega un grito tan inútil como sincero a favor de lo que más odian los arqueomarxistas: la exigencia de ampliar y fortalecer la “mundualización liberal”, porque no lo es suficientemente. ¿Cómo interpretar sino la condena de los países del Sur, ex Tercer Mundo a las medidas europeas, también de Estados Unidos aunque mucho menos, para subvencionar fastuosamente y proteger a rajatabla sus agriculturas? Representantes de países africanos, pero no únicamente, que podrían exportar sus productos agrícolas, se quejan, con sobrados motivos, de la imposibilidad de hacerlo, enfrentados como están a las fortalezas proteccionistas de los países ricos. Y ¿qué es el liberalismo en cuestiones de comercio e intercambios internacionales, si no el fin de esos y otros proteccionismos? Y es en nombre de esos países pobres, que Bové, los Verdes, ATTAC y demás reaccionarios, exigen reforzar dichas medidas proteccionistas y aumentar las subvenciones, lo cual no haría más que agravar las dificultades del “Sur”? No son los únicos, la unión sagrada agrícola y gala cuenta con el Presidente Chirac, quien promete solemnemente defender a la pobre agricultura francesa de todos sus enemigos.

Igual ocurre, por ejemplo, con los productos trasgénicos. Los mismos reaccionarios han decretado que eran algo peor a la peste, que había que erradicarlos por las armas, y todos, ministros, jefes de estado, actrices, lo repiten como loritos sin saber, o sabiendo, que es falso. “Puede que sea exagerado –me dijo un representante de la antimundialización– pero es un buen tema de agitación contra las multinacionales yanquis.”. ¿En qué quedamos: son yanquis, o son multinacionales? No es que sea exagerado, es falso como puede comprobarse todos los días mediante, pongamos, los millones y millones de pobres por el ancho mundo que comen arroz trasgénico desde hace años, evitando así la hambruna, como en India. Por cierto, India y China ¿forman parte del Sur o del Oeste? Según como se mire, claro, pero el caso es que ambos países, los más poblados del mundo, han evitado catástrofes anunciadas y millones de muertos de hambre gracias a su apertura al capitalismo, abandonando la economía socialista, sobre todo en China, y están llamando frenéticamente a la puerta de la “mundialización liberal”. Hay que reconocer, sin embargo, que las mentiras arqueomarxistas tienen cierto éxito. A los bobos de Coria les gustan estas fórmulas cuasi mágicas. “Otra mundialización”. Ya hubo la comunista, pero se hundió. “Otro mundo es posible”, desde luego, mucho más liberal. “El mundo no es una mercancía”, desde luego, pero vosotros sois los mercaderes del templo de la mentira y del Gulag.

Estos son algunos de los problemas realmente importantes, y no saber por qué Dominique Voynet se ha teñido otra vez el pelo, ni si va a sustituir a la jefatura del partido Verde, Noël Mamère, el más tonto de los políticos franceses, y ya es decir, porque Dominique Voynet, quedará en los archivos como una pobre “Môme-vert-de-gris”, pero sin Peter Cheney. Y de Noël Mamère, no quedará nada.

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