No mueren, pero están haciendo el ridículo. Apenas Condoleezza Rice llegó a Jerusalén y Ramalla para apoyar con todo el peso de los EEUU las negociaciones para un alto al fuego entre israelíes y palestinos, Chirac envió al infeliz de Michael Barnier a figurar de ministro en la región. No es peor que Moratinos, sencillamente porque eso es imposible. ¿Qué podrá añadir o restar ese señor? Evidentemente nada, pero el espectáculo funciona y los medios franceses afirman tranquilamente que “para los palestinos” la visita de Barnier es mucho más importante que la de Rice, y además aman a Francia, porque se ocuparon también de Arafat que según ingresó en un hospital militar se murió. Cierto es, desgraciadamente, que en tiempo de guerra e intifada, Francia es su aliado, y proporciona armas a los terroristas palestinos; en tiempos de negociación y alto al fuego, Francia no pinta nada.
Sin limitarse a hacer el ridículo en Costa de Marfil, enfrascándose en un conflicto sin solución; que no es ni guerra, ni guerrilla –más bien guerrita– pero con violencia y muertos, Francia amenaza ahora con hacer lo mismo en Togo. En este pequeño país africano durante 40 años mandó un dictador, el Presidente Eyadema, pero como era “amigo de Francia”, todo iba bien, pese a infinidad de conflictos, golpes de estado fracasados y disturbios por doquier. Muere el dictador, y el ejército nombra a su hijo presidente, pese a la Constitución que prevé, (como en Francia), que el Presidente de la Asamblea se haga cargo del interino. Ni cortos ni perezosos, los militares reforman la Constitución, y prohíben al Presidente de la Asamblea –de viaje por los Emiratos– volver al país. Puede que esto no sea un modelo de democracia y que durante cuarenta años Francia apoyó al dictador padre y ahora se enfada con el dictador hijo. ¿Por qué?, ¿querían imponer democráticamente a otro dictador aún más dócil? Veremos.