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Carlos Semprún Maura

Imperios de papel

Con humildad, en un suelto en la página 25, Le Monde anuncia, este miércoles 31, el nacimiento de un imperio de prensa. No con estas palabras, que las suyas son: “Nace un nuevo grupo de prensa independiente”. Lo de independiente nos recuerda aquello de “Diario independiente de la mañana”, tan independiente que en tiempos del felipismo se le llamaba el “Boletín Oficial del Estado”. Cada cual tiene la independencia que se merece. Le Monde confirma lo que ya se sabía: que se han comido PVC, que no son unas nuevas drogas, como podría parecerlo, sino las Publicaciones de la Vida Católica, en torno a la revista La Vie, título autocensurado, ya que hasta hace poco era La Vida Católica. Pero el título más comercial de ese grupo confesional, absorbido por Le Monde es su semanario de televisión y cultura: Telegrama. También tenía la distinguida y anciana editorial Desclée de Brouwer, que por lo visto estaba preparando una biografía de Hugh Thomas, pero, teniendo en cuenta las excelentes relaciones que mantiene con Le Monde, no le será difícil a Polanco anular (si es cierto) dicho proyecto, por si las moscas.
 
A primera vista, la línea editorial de este vespertino puede parecer caótica: una redacción en buena parte controlada por trotskistas, una mano izquierda, marxista-leninista, con Le Monde Diplomatique –portavoz de ATTAC y de otros grupos antimundialistas, léase anticapitalistas y antiyanquis–, varios diarios regionales de información, los antaño prestigiosos Cahiers du Cinéma y más títulos; y ahora se compran una mano derecha católica, pero, como apunté en el caso de Le Nouvel Observateur, como el objetivo esencial es ganar dinero, los posibles conflictos políticos se suavizan ante la exigencia de obtener el máximo beneficio. Así pues, aquí tenemos otro caso de grupo editorial capitalista, que obtiene sus beneficios vendiendo anticapitalismo, porque es lo que se vende mejor.
 
Aunque haya expertos de los negocios de prensa que consideren que el grupo Le Monde se está convirtiendo en un gigante con pies de barro, que pretende abarcar demasiado sin los cimientos necesarios, con, por ejemplo, una disminución paulatina de sus ventas. En cuanto a los posibles conflictos ideológicos, tampoco hay que exagerarlos, los católicos “de izquierda” tuvieron fuerte influencia en Le Monde desde su nacimiento, en 1944, por decisión del general de Gaulle. El “entrismo” trotskista es un fenómeno reciente, muy ligado a ese mismo “entrismo” trotskista en el PS, desde Lionel Jospin a Julien Dray, actual portavoz socialista. Habrá, es muy probable, alguna dimisión y alguna expulsión de periodistas y jefes de área, pero ya las ha habido en Le Monde, como en otros periódicos, desde luego.
 

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