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Carlos Semprún Maura

Información o propaganda

Estaba haciendo un reportaje en España para la televisión francesa sobre la transición democrática después del “tejerazo” o 23-F, como dicen, o sea, allá por septiembre-octubre de 1981, cuando nos llegó la noticia del golpe militar del general Jarulewski en Polonia (el mismo que fue recibido pocos años después en la Sorbona como defensor de los derechos humanos), y por la prensa nos enteramos de que el PSOE llamaba a una gran manifestación de protesta ante la embajada polaca. Aunque no tuviera relación directa con nuestro reportaje, salvo en el tema universal de la democracia, fuimos con el equipo técnico para filmar a las masas españolas solidarizándose con los demócratas polacos. No había nadie, lo que se dice nadie. Pensamos por un momento que nos habíamos equivocado de día o de hora, pero no, la convocatoria en la prensa no dejaba lugar a dudas. Cuál fue mi sorpresa al ver, la mañana siguiente en “El País”, una foto de la “manifestación” con banderas ante la dichosa embajada. Me informé y resulta que los socialista madrileños (los jefes), habiéndose olvidado de que habían convocado a una manifestación y avisados de que los alrededores de la embajada polaca estaban totalmente desiertos, movilizaron un autobús y un puñado de secretarias y de conserjes, y los llevaron ante la embajada para hacer una foto.

Aunque muy poco tenga que ver la anécdota polaca –siendo políticamente siniestra– y ésta de París-Plage, sólo profundamente ridícula, al contemplar las fotos y leer los comentarios, sobre todo en “Le Monde”, no faltaba más, en cuanto al éxito rotundo de esa operación cutre y fallida, debido a la lluvia , pensé en lo fácil que resulta dar gato por liebre en los papeles. Ese mismo “Le Monde”, como toda la prensa de izquierdas europea cuando bajan las Bolsas, clama en primera plana que el capitalismo está enfermo, en coma profundo, en las últimas. Y cuando vuelven a subir, como siempre ocurre, se olvidan de su optimismo sobre el fin del capitalismo. Estos altibajos bursátiles permiten que se creen fortunas, especulativas, desde luego, pero si eso fuera tan inmoral como dicen, ¿por qué están “Le Monde”, “El País” y tantos otros cotizados en la Bolsa? Si el capitalismo en su conjunto va muy bien, Vivendi Universal va muy mal. Este colosal imperio virtual se ha convertido en un abismo de deudas, con amenazas de quiebra y sospechas de desfalcos.

Diré sólo dos cositas sobre uno de los trocitos de ese imperio, también en crisis: Canal Plus. Su fundador, André Rousselet, ante las reservas de las autoridades de la época a la creación de una nueva cadena de televisión de pago o peaje, logró convencer a su viejo amigo Mitterrand, entonces Presidente, para que interviniera, y éste dio su visto bueno. Sabido es que las dos bazas de Canal Plus fueron el “porno duro” y el fútbol, pero como lograron el monopolio de esos sectores “culturales”, están perdiendo dinero como el que más. Eso repercute en España y nadie logrará convencerme de que no es una satisfacción ética ver como las “panzerdivisiones” del Imperio Polanco, que iban de victoria a victoria, encuentran pequeñas e insuficientes, para mi, dificultades. El fundador André Rousselet fue expulsado por Pierre Laoscure. Éste fue expulsado por Jean-Marie Messier, quien acaba de ser expulsado a su vez por el Consejo de Administración de Canal Plus. Menos mal que es de “izquierdas”, sino ya hubiéramos oído y leído las habituales sandeces sobre el capitalismo salvaje.

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