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Carlos Semprún Maura

Inundaciones neoliberales

Todos los años, en otoño y en primavera, por lo general, Francia conoce inundaciones, más o menos importantes. Pero desde hace unos treinta años, o sea, desde que la ideología burocrático-estatal está tan asimilada e interiorizada en las mentes, todos los años se protesta contra “ellos”, que no han sabido planificar las lluvias, como antaño se planificaba la economía. “Ellos”, evidentemente, son los representantes del Estado-Dios en la tierra: el Gobierno y las autoridades políticas en general, y su política hipócritamente neoliberal, culpable de todo, hasta de la lluvia. Una tal religión seudolaica hace más estragos que las inundaciones. Porque siempre ha habido inundaciones. Yo recuerdo una, a finales de 1936, en Ferney-Voltaire, junto a Ginebra, pero del lado francés, que nos encantó, a nosotros, los niños.

Ahora bien, y supersticiones aparte, es evidente que la acción de los hombres falla en muchas ocasiones. Lo que se hizo para París –creación de embalses a orillas del Sena– podría hacerse en otros lugares. Pero claro, en Francia, París lo es todo. Además, los alcaldes y otras autoridades regionales, prefieren ahorrar en obras públicas (embalses, diques, puentes), dejar que las inundaciones inunden, y luego encabezar la protesta de los inundados, exigiendo sendas subvenciones al Estado-Dios, en concepto de “catástrofes naturales”. Si se mira bien, lo cual no hace nadie, es un negocio redondo: con una mano ahorran, y con la otra cobran, y los siniestrados, año tras año, reciben módicas limosnas. Y uno se pregunta ¿por qué no exigen a sus alcaldes aquí un dique, allá un embalse, en vez de limitarse a solicitar inciertas limosnas? A lo mejor ocurre que les gustan las inundaciones, como a otros la nieve. O incluso, los incendios.

Mientras el proceso Elf-Roland Dumas, mal preparado, ha aplazado su veredicto hasta finales de mayo –el fiscal ha pedido penas de cárcel para los principales acusados–, el primer ministro Jospin, prepara, dicen, un reajuste de su Gobierno, teniendo en cuenta los malos resultados de las elecciones municipales. Tal vez lo anuncie en el próximo consejo de ministros de éste miércoles 28. No se esperan grandes cambios. Los ministros que han salido elegidos alcaldes, se aferran a sus carteras. Lógico, no se pueden comparar ni los sueldos, ni el prestigio. El desmoronamiento del PCF, y los relativamente buenos resultados de los Verdes, no creo que se reflejen aritméticamente en el Gobierno futuro. Como buen ex-trotsquista, Jospin sigue considerando al PCF, como el “partido de la clase obrera”. ¡Cualquier cosa, niña hermosa!

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