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Carlos Semprún Maura

Jospin canta boleros

La visión que de Europa tiene el Gobierno francés se ve mucho mejor en la acción de EDF en Italia que en el discurso de Lionel Jospin esta mañana en la Casa de la Radio. Por lo visto, no encontró micros en otro lugar. EDF (Electricidad de Francia) es una empresa estatal, a la vez monopolio y feudo que fue del PCF, el cual, desde 1945, concentró sus esfuerzos en las empresas estatales con bastante éxito y pingües ventajas, pero, como el PCF se desangra continuamente, su presencia activa y burocrática se convierte en ausencia. Pero en Francia no faltan los burócratas de substitución. Pues EDF, potente fortaleza, se resiste a la apertura del mercado de la electricidad que quiere imponer la Comisión de Bruselas, pero, en cambio, quiere controlar Montedison en Italia. En estas condiciones, no es de extrañar que el Gobierno italiano intente impedir esta curiosa maniobra: nada de libertad de mercado en casa, pero utilizamos las ventajas del mercado fuera. Pero, como el Gobierno italiano va a cambiar las semanas venideras, tras la victoria de “Forza Italia”, veremos lo que pasa.

Lionel Jospin ha querido pronunciar un discurso literario, de hondo pensamiento, y ha resultado como la ratita Josefina de Kafka, la cantante más famosa de todos los tiempos, que nadie había oído cantar, que en realidad no cantaba, emitía extraños murmullos, pero era la cantante más famosa de todos los tiempos. Francia, siendo un país relativamente culto, se cree el más culto del mundo y gusta que sus estadistas, o quienes pretenden serlo, hagan gala de cultura y, a ser posible, buena pluma. Se decía del general De Gaulle y de Mitterand, que escribían muy bien. Giscard d´Estaing ha escrito varios libros y hasta novelas, sí señores. A Georges Pompidou le gustaba citar a poetas en sus discursos y llegó a publicar una antología de la poesía francesa. Pero eso fue antes de ser Presidente, cuando era profesor de literatura francesa de mi hermano Gonzalo, en el liceo Henri IV. Pues eso, Jospin, para lucirse, ha pronunciado un discurso literario sobre Europa, arropando en frases hueras la ausencia de contenido verdadero y de propuestas concretas. Se puede resumir lo que ha dicho con el celebre refrán: “...y tú siempre respondes: quizás, quizás, quizás...”.

También está perdiendo el tiempo el camarada Jospin. Buena prueba de ello es que he estado buscando por radio y televisión comentarios a su discurso y apenas se aludía al tema en los medios, dedicados al fracaso de la intentona de evasión en la cárcel de Fresnes. No es que informen peor que de costumbre, es que no le han dado importancia al tema. Claro que el Gobierno y el PS van a intentar ahora resucitar al muerto. Tras sus ampulosas declaraciones sobre una Europa bella, ejemplar y socialburócrata, lo más evidente es que ha dicho no a sus camaradas alemanes, cuyas propuestas son mucho más audaces, tal vez incluso demasiado, teniendo en cuenta las mentalidades y los egoísmos nacionales.

Nada de federalismo, pero sí una Federación de Estados-nación –éste término jacobino con el que se gargarizan los políticos franceses me está dando erisipela–, una política extranjera común, una integración policial europea en la lucha contra el crimen organizado, una Constitución europea, incluso, todo ello, para resumirlo deprisa y corriendo, o no es nada, o es plagio. El señor Jospin se ha convertido durante unos momentos en el ventrílocuo de su principal enemigo: Jacques Chirac.

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