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Carlos Semprún Maura

La dictadura de las ballenas

De todos es sabido que Luis Sepúlveda ha sustituido el proletariado por las ballenas, y la lucha de clases por el medio ambiente. Todo ello simbólico, desde luego, porque sería difícil imaginar ballenas organizando “gulags”, ni las variaciones climáticas comparables a las cámaras de gas de Auschwitz. ¡Pobre izquierda de la izquierda! Pues algunos están reunidos, como en Santander, en el marco de Universidades de verano, Attac en Arles y el PCF en Aubagne una de las pocas alcaldías comunistas que les quedan. Ayer domingo, Robert Hue, en su discurso criticó duramente el Gobierno, Jospin y al PS, “tibios” y “blandengues”, aunque justificó la presencia de comunistas en dicho gobierno, con la retahíla de que sin ellos las cosas irían aún peor. La prensa del corazón especulaba sobre si iba a haber matrimonio o divorcio, entre el secretario nacional y Marie-Claude Buffet, ministra de Juventud y Deportes (me suena a falangista), que quería meter en cintura, cuando no en la cárcel, a todos los deportistas con la coartada del dopaje. Está visto que no es ni matrimonio, ni divorcio, sino un PACS, entre las dos cabezas del anémico PCF. Pero el entierro sólo tendrá lugar a finales de Octubre.

Los de ATTAC (siglas elegidas por su simbolismo voluntarioso, lo de la “tasa Tobin” es mero pretexto) en la nebulosa antimundialización, son los más evidentes. Estos revolucionarios con corbata y casa de campo, nostálgicos de la URSS, pretenden mantener un arqueomarxismo del que han evacuado el internacionalismo. Su pobre engendro ideológico puede resumirse en la defensa del capitalismo de estado, la autarquía económica, el antiimperialismo yanqui y, no faltaba más, el antiliberalismo. Sintomático de su propaganda es el artículo de su presidente Bernard Cassen, en Le Monde del pasado viernes; ataca violentamente a Alain Minc, quien había defendido la “mundialización feliz”. Los argumentos de Cassen son embusteros y demagógicos, como cuando afirma que la muy real crisis argentina es la consecuencia nefasta de la “mundialización liberal”. Para salir del atolladero, los argentinos tendrían que rechazar toda ayuda extranjera, imperialista y vivir en autarquía bajo la bondadosa dictadura de las ballenas peronistas, sin duda.

Ocurre que el portavoz oficial de ATTAC es Le Monde diplomatique, con Ignacio Ramonet y Pepín Vidal (¿sigue siendo del Opus?) como “teóricos”, y en la redacción del diario existe una corriente también “antiglobalización”. ATTAC, por cierto, goza de simpatías y apoyos en el PCF, el PS y en la trotsquista LCR. Pero asimismo ocurre que Alain Minc, quien defiende la mundialización y de paso crítica el oportunismo reaccionario de José Bové y nota la opacidad de los recursos y la ausencia de democracia interna en la ONG, es Presidente del Consejo editorial de Le Monde. Está, pues, visto que en este importante grupo de prensa, como en el PS, por cierto, se ha declarado la guerra entre “liberales” y autoritarios. Una guerra sorda y sucia, ya que las próximas elecciones exigen una fachada de unidad.

Otra muestra del vandalismo reaccionario de los amigos de Bové, es su campaña de destrucción sistemática de los cultivos experimentales de transgénicos que van acompañados de una logorrea delirante: estos productos no sólo serían mortales, sino además fascistas. Como la destrucción de los Mc Donald’s, se trata, claro, de acciones totalmente ilegales, pero protegidas por el Gobierno, que se raja ante Bové.

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