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Carlos Semprún Maura

La noria electoral

Nicolas Hulot, cuyo apellido recuerda una célebre película cómica y su actividad otra, sigue haciendo el payaso. En una serie de declaraciones el pasado domingo ha llamado a los franceses a votar por el planeta.

A estas alturas no vale la pena comentar las ligeras variaciones en las intenciones de voto, expresadas en los sondeos. Desde hace semanas se mantienen más o menos iguales para la primera vuelta, el próximo 22 de abril: primero Sarkozy, segunda Royal, tercero Bayrou y cuarto Le Pen. A menos que haya sorpresas de última hora o que los sondeos se equivoquen rotundamente, que siempre es posible, Sarkozy y Royal se enfrentaran en la segunda vuelta, y uno de ellos será el próximo presidente.

Una vez dicho esto no se ha dicho gran cosa, porque nadie sabe por cual de los dos votarán los electores de los diez candidatos vencidos en la primera vuelta. En los medios, en la calle, discutiendo con amigos y conocidos, yo noto en esta campaña más rechazo que en otras, y poco entusiasmo. Lo que más se oye son afirmaciones como "¡Yo jamás votaré a Sarkozy, es un facha!" o "¡Yo jamás votaré a Ségolène, es demasiado boba e incoherente!".

Si los elefantes del PS cumplen con un service minimum a regañadientes a favor de su candidata, los barones de la UMP, incluyendo a casi todos los ministros actuales, se declaran favorables a Sarkozy. Eso podría suponer un lastre, al dar una impresión de continuidad y conformismo con esos ministros impresentables como Gilles de Robien, Philippe Douste-Blazy, Donnedieu de Favre, etc. La ruptura, la renovación, la reforma, claves de la campaña de Sarkozy, se ponen así en tela de juicio. Menos mal que De Villepin sigue criticando al candidato de su partido y Chirac no dice nada. En cambio, Simone Veil, que se adhirió a la campaña de Sarkozy con entusiasmo, se ha indignado por aquello del "Ministerio de la Inmigración y de la Identidad Nacional" y no cesa de criticarlo públicamente, con lo cual el prestigio que podía aportarle el apoyo de una personalidad tan popular en Francia como es ella se esfuma.

Nicolas Hulot, cuyo apellido recuerda una célebre película cómica y su actividad otra, sigue haciendo el payaso. En una serie de declaraciones el pasado domingo ha llamado a los franceses a votar por el planeta. Me imagino que lo que recomienda es un voto en blanco.

Como ya lo había notado, muchos temas importantes están ausentes de la campaña, como las reformas de fondo, que nada tienen que ver con los parches que se proponen. Tampoco se dice nada sobre la situación internacional, con los conflictos en Irak, Afganistán, Sudán, la cuestión iraní, y el terrorismo internacional. Algo se habla de los problemas de inmigración, pero sin aludir jamás a los peligros del Islam radical, que no es lo mismo, pero están relacionados. En cambio se dicen muchas cosas sobre el clima, pero de manera demasiado optimista: nadie puede asegurar que va a mejorar.

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