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Carlos Semprún Maura

La rentrée

Mi padre nos contaba que a uno de sus condiscípulos le habían apodado, en el colegio: “¡Tápate-eso-cochino!”, porque su cara se parecía a un culo. Recordé la anécdota, al ver salir del primer Consejo de Ministros de la rentrée, a tantos rostros, no morenos, sino más bien sofocados y repletos de esa grasa antaño radicalsocialista, hoy socialburócrata, típico producto de salsas y cassoulet. “Hay que seguir”, declaró escuetamente Jospin. “Hay que seguir”, dijo Talamoni, el Otegui corso. Lo que, según ellos, hay que seguir, son los “acuerdos de Matignon”, sobre Córcega, sin tener para nada en cuenta los atentados y los recientes asesinatos de François Santoni y Dominique y Jean-Christophe Marcelli, quienes, pese al mismo apellido, no eran hermanos.

Desde el Gobierno, la magistratura socialista y la prensa servil, mucha gente se había lanzado el infundio de que estos crímenes, como el de Jean-Michel Rossi, hace un año, todos ellos militantes y dirigentes supuestos del movimiento clandestino “Armata Corsa”, no eran crímenes políticos sino ajustes de cuentas entre bandidos. Como si en Córcega, el “impuesto patriótico”, como lo llaman, la extorsión de fondos, los atracos, el contrabando y el tráfico de drogas no fueran los métodos utilizados por todos los grupos nacionalistas corsos, como si existiera porque así lo ha decidido Jospin, una frontera entre bandidismo y terrorismo político.

Esta campaña, bastante torpe pese a su cinismo, para intentar demostrar que todos los que se oponen a los “acuerdos de Matignon”, como “Ármata Corsa”, por ejemplo, que los consideraba muy insuficientes, son sencillamente bandidos y a nadie importa que sean asesinados, ya que no se trata de asesinatos “políticos”, ha tenido un resultado imprevisto para el Gobierno: cada vez hay más gente que sospecha que se trata de una operación de tipo GAL (la comparación es mía), o sea, que se trata de liquidar físicamente a los “disidentes”. “No hay disidentes”, declaró Talamoni. ¿Por qué los estáis matando? Ya no se trata de dinamitar restaurantes, obra maestra del prefecto Bonnet, a las órdenes de Chevenement, que no se olvide, se trata de asesinar a los que estorban. Todo ello en nombre del Estado de derecho, no faltaba más.

Cada año, por estas fechas, las asociaciones familiares protestan contra el alza de los precios de los libros de texto, cuadernos escolares, etc, y el encarecimiento este año es particularmente sensible. Pero que nadie se preocupe, el ministro de Educación Nacional, Jack Lang y la ministra de la Familia, Segolène Royal, han encontrado la solución: compren menos, declaran. ¿Para qué comprar un libro de geometría, si ya tienen uno de álgebra? Iré comentando la otra rentrée, la literaria, pero ya se ha programado un escandalito: Plateforme de Michel Houellebec, una historia de turismo sexual, que ya está levantando ampollas de hipocresía. Pero, síntoma de los tiempos modernos, tanto el pazguato Le Monde, como el conservador Le Figaro, publican, lo que aquí se califica de bonnes feuilles, o sea fragmentos de la novela, que acaba de salir. Parece tener tanta mala uva como buen humor. Veremos.

La alcaldía rosiverde de París ha declarado la guerra sucia al automóvil. Mis próximas caratas las escribiré desde la primera línea del frente.

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