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Carlos Semprún Maura

La viuda alegre

A un viejo libertino como yo, no le va a escandalizar, ni sorprender, que el difunto presidente Mitterrand, tuviera dos hogares y siempre una consejera particular en el Palacio del Eliseo, en donde todo está previsto para tales menesteres. Durante años, la existencia de “la dama de la calle Jacob”, fue un secreto a voces, y el único embrollo fue que, a veces, se confundía el nombre de la hija con el de la calle: Mazarine. Tal vez para consolarla y distraerla, Mitterrand regaló a su primera esposa Danielle -eligió morir en casa de su segunda esposa morganática- una fundación, France Libertés. Así puede hacer propaganda a favor de lo que queda del totalitarismo, esencialmente el Tirano Barbudo Castro, el subcomandante Marcos y algunos dictadores más.

Desde hace varias semanas, todos los días y en varias cadenas a la vez, las televisiones pasan una publicidad de France Libertés contra la pena de muerte en Estados Unidos. El texto está leído por artistas famosos. Sabiendo lo que cuesta el segundo de publicidad por televisión, una tal campaña se cifra en varias fortunas. ¿Quién paga? Probablemente los contribuyentes, sin saberlo, pero no sería inútil que los inspectores de Hacienda averiguaran las cuentas de tan caritativa Fundación. Yo soy un adversario incondicional de la pena de muerte y precisamente por eso me indigna esa campaña de propaganda antiyanqui, porque la pena de muerte existe y se cumple, en su amadísima Cuba socialista, en China, en Corea del Norte, en las dictaduras militares árabes y en aquellos países en donde domina la peste de los tiempos modernos: el islamismo integrista. Pero, claro, no es de izquierdas atacar al integrismo islámico o al totalitarismo comunista.

Esta señora, creyendo que vive en Cuba, o en Rumanía durante los felices tiempos de Ceaucescu, acaba de exigir que se libere a su hijo encarcelado. No es el llanto de una madre, lógicamente angustiada por el arresto de su hijo. Tomándose por la viuda de un presidente, considera monstruoso que el hijo de ese mismo presidente haya podido ser encarcelado por esos lacayos. El abogado de Mitterrand Junior comenta profusamente las exigencias de Danielle Mitterrand, pero no cumple con su oficio de defensor: ni siquiera ha pedido las piezas del dossier contra Jean-Christophe Mitterrand, que rinde cuentas, según la prensa, de millonarias estafas y de la modesta mordida de millón y pico de dólares, enviados a la clásica cuenta en Suiza, por el millonario traficante de armas Pierre Falcone, asimismo encarcelado.

Es probable que en los días venideros, o sea a principios del siglo XXI, salga Mitterrand Junior de la cárcel, bajo fianza o en libertad condicional, hasta el juicio. Porque, como escribía Orwell en “Rebelión en la granja”, todos los cerdos son iguales, pero los hay que lo son más.

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