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Carlos Semprún Maura

Las bicicletas son de izquierdas

En muchas ciudades, pero sobre todo en París, capital del imperio chico, y en donde gobierna una mayoría Socialista-Verde, la izquierda quiere imponer la bicicleta, mucho más como símbolo de progreso que como medio de transporte (no abandonarían sus coches, ni a tiros). Lo mismo ocurre con el tranvía. El tranvía también es de izquierdas. Un proyecto de tranvía circular, pasando por todas las “puertas” de París, está en discusión. Del punto de vista del tráfico, sería un aquelarre, los tranvías han sido abandonados por incómodos, pero son incómodos de izquierda, y por lo tanto la izquierda apoya el proyecto, mientras la derecha municipal lo critica. Además, ya existen autobuses que hacen el mismo recorrido.

 
Durante la última crisis petrolera, los Verdes propusieron como solución universal el ahorro de energía y particularmente que se impusieran bombillas con pocos voltios (esas que ni te permiten leer el periódico). Se dicen muchas bobadas sobre el “efecto invernadero” y la contaminación, pero admitiendo que existen problemas reales, su solución reside en las nuevas tecnologías, y no en la vuelta atrás hacia bucólicos “paraísos” con mulas y velas. No es que los Verdes, el PS y buena parte de la derecha, contaminada por el virus ecológico, amen a las mulas, es que lo son. Mientras tanto, los pocos ciclistas que circulan son particularmente agresivos. Al considerarse raza superior, no respetan los semáforos, ni las aceras, ni a los peatones, que somos mucho más ecológicos que nadie.
 
Ya han comenzado las grandes y pequeñas maniobras de los partidos en la perspectiva de las elecciones regionales y europeas de 2004. El Presidente de la UDF, François Bayrou, parece dispuesto a incordiar al máximo, para imponer sus candidaturas en más regiones de las que estaba dispuesta a concederle el partido mayoritario, la UMP. Y, como siempre, se agita el espantapájaros del FN de Le Pen, que podría ganar en la región sureña, de Marsella a Niza. Que se tema sinceramente una victoria del FN, o que se pretenda forzar la unión, asustando con el coco derechista, el resultado no puede ser más negativo, porque resulta ser propaganda implícita para Le Pen. A fin de cuentas, Mitterand no puso en órbita a Le Pen hablando bien de él, sino todo lo contrario, le presentó, le presentaron, como sumamente peligroso, ultranacionalista, xenófobo y fascistoide, y muchos se dijeron: ¡éste es el mío! Francia tiene tripas chovinistas.
 
Los “intermitentes”, después de haber destruido los Festivales de verano, han decidido invitarse, a porrazo limpio, en los platós de televisión. Primero en France 3, luego en TFI, han interrumpido violentamente emisiones en directo, para presentar a gritos sus reivindicaciones, que poco tienen que ver ya con el corporativismo y el sistema de subsidio de paro, y mucho más con la exigencia de una cultura socialista a la soviética. Una de esas emisiones interrumpidas, por ahora, la de TFI, es Star Academy (nótese la defensa de la lengua francesa y de su excepción cultural), es un buen ejemplo de telebasura, y además, con pinitos sadomasoquistas. Jamás la había visto, pero debido a la publicidad de los intermitentes, contemplé anoche unos fragmentos, para saber de qué se trataba. Desde luego, ética y estéticamente merece una interrupción definitiva. Pero la cachiporra como medio de expresión, tampoco puede satisfacernos.

Está visto que la clase política francesa, como acaban de confirmarlo tanto Jospin, como Fabius, o Duhamel, después del Presidente Chirac, el más arrogante de todos, no conciben Europa más que dominada por Francia (con Alemania como correveidile) y opuesto a los USA. O sea, exactamente lo contrario de lo que debería ser Europa.

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