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Carlos Semprún Maura

Las manos sucias

Pese a ser minoritaria, la radio, cultural, France Culture, se ha convertido –como la Sociedad de Autores, los teatros nacionales, Arte, y un larguísimo etcétera– en la voz de su amo socialburócrata. Ya conté, hace algunos meses, cómo la dirección de FC, apoyada por la prensa progre, quiso “embastillar” a Renaud Camus, porque, en un libro, manifestó su mal humor porque había demasiados judíos en una emisión de “defensa de la cultura francesa”: Panorma. El párrafo, desde luego, contenía su antisemitismo, pero la reacción fue totalitaria: se le trató a Camus de nazi, se le quiso procesar, se exigió la quema del libro en público y el editor, el famoso Claude Durand, se asustó y, para evitar el tribunal de la laica inquisición, retiró el libro de las librerías, cortó el párrafo maldito y lo puso nuevamente en venta, censurado. Pero la prensa había publicado el dichoso párrafo, y así le conocemos.

Pues bien, desde hace meses, en France Culture, como por todas partes (no hay una manifestación pro palestina sin gritos de “¡Mueran los judíos!”, el antisemitismo, ya ni siquiera disfrazado de antisionismo, domina por doquier. Hay que explicar que en Francia, como en otros países europeos, todo antisemitismo que pueda equipararse, incluso de manera grotesca, con el nazismo (como en el caso de Camus), levanta ampollas y se utiliza en el gigantesco bulo comunista del “renacimiento del nazismo”, mientras que todo antisemitismo que se relacione no sólo con la “causa palestina”, sino con la lucha contra el imperialismo yanqui, incluyendo los atentados del 11 de Septiembre en USA, o los que se cometen en Israel, se presenta como justo y progresista. Sesudos sociólogos explican que se trata de un “nuevo antisemitismo”, más político que racista. Lo prueba, nos dicen, que el de ayer era “de derechas”, y el de hoy “de izquierdas”. Otra farsa, el anisemitismo proletario siempre ha existido, y siempre existe una derecha rabiosamente antisemita.

En este contexto, con la oleada de atentados antisemitas (¿incendiar una sinagoga, es de izquierdas o de derechas?) en Francia, los principales candidatos, Chirac y Jospin, no saben qué decir y sus condenas son muy formales. No se olvide que hay millones de electores de “origen musulmán”, y sólo miles de judíos. Me entero esta mañana, que Rosalyne Bachelot, la muda portavoz de la campaña de Chirac, es presidenta de un grupo parlamentario France-Irak (país cada vez más islámico que paga 25.000 dólares por cada atentado suicida logrado en Israel), y no me olvido de que Chirac fue el único jefe de estado occidental presente en el entierro del dictador sirio, Hafez el-Assad, (asesino de franceses en el Líbano). Sin embargo, este fin de semana pascual, Chirac se mostró mucho más firme en la condena de los recientes atentados antisemitas que Jospin. Me temo que se trate únicamente de una cuestión de carácter y no de apego a los derechos humanos.

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