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Carlos Semprún Maura

Los convidados de piedra

Sarkozy repitió que era necesario aprobar una Constitución Europea, no el mamotreto de marras, pero sí un texto institucional más modesto y eficiente.

Cuando en 2002 el reelegido presidente Chirac nombró a Jean-Pierre Raffarin primer ministro, éste debió considerar "elegante" no cambiar a ninguno de los responsables de las empresas estatales, cuyo cargo dependía del Gobierno, ni siquiera en los medios informativos. Todo lo contrario a Zapatero, verdadero Atila. Esto explica que los responsables de los medios audiovisuales estatales, nombrados por el Gobierno socialista de Lionel Jospin, hagan campaña contra Nicolas Sarkozy, de manera hipócrita y solapada, pero campaña.

Esto no impide que en los sondeos Sarkozy siga a la cabeza de las intenciones de voto, con una curiosidad que señalaré. Un sondeo realizado el 15 de marzo, da los siguientes resultados en la primera vuelta: Sarkozy 31%, Royal 24%, Bayrou 22% y Le Pen 12%. Pero en la segunda y definitiva vuelta, si bien Sarkozy ganaría con un 54% contra el 46% de Royal, perdería contra Bayrou con los mismos porcentajes: Bayrou 54%, Sarkozy 46%. Los institutos de sondeos –y los sondeados– opinan que todos los que han votado por Royal en la primera vuelta se volcarían a favor de Bayrou, lo cual me parece atrevido afirmarlo hoy, cuando hay aún tanta incertidumbre, y peligroso, porque Bayrou no tiene mayoría en el parlamento.

Ayer noche, en el programa France-Europe-Express, y después de Le Pen y Royal, Sarkozy explicó su proyecto presidencial, interrogado por periodistas y representantes de la sociedad civil, como una sindicalista estudiantil con sueños funcionarios o la presidente de la patronal MEDEF, Laurence Prisot. Le encontré más ambiguo que en otras ocasiones. Si bien su proyecto económico y social para lograr el pleno empleo, disminuir los impuestos, reducir la pletórica burocracia estatal, etc., es el más coherente y convincente, en cuestiones europeas e internacionales –ausentes de la campaña–, dio tumbos entre "soberanismo" y "europeísmo".

Por ejemplo, cuando Daniel Cohn Bendit, desde Frankfurt, cada día más demagogo y grosero, le preguntó si estaba de acuerdo en que los Estados Unidos instalaran sus misiles antimisiles en Polonia, República Checa y Reino Unido, sin negociaciones previas con la Unión Europea, respondió que no, aunque aclaró que entendía que los países que habían sufrido el comunismo durante tantos años tuvieran lazos especiales con EEUU, habida cuenta de la traición de la Europa democrática para con ellos. Sin embargo, no dijo que ésta fuera una prueba más de la inexistencia de la Europa política, y un buen ejemplo de la imposibilidad de crearla.

Repitió que era necesario aprobar una Constitución Europea, no el mamotreto de marras, pero sí un texto institucional más modesto y eficiente. Por otro lado, reafirmó que Turquía no era Europa. Estuvo bastante convincente en su defensa de la identidad nacional, aunque cabe preguntarse si la formulación "Ministerio de la Inmigración y de la Identidad Nacional" es el más adecuado. La libertad es tan, o más importante, pero la idea de un Ministerio de la Libertad me daría escalofríos.

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