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Carlos Semprún Maura

Los peligros se ocultan

El presidente Chirac volvió ufano de su gira por el Próximo Oriente: Egipto, Siria, y antes su provincia libanesa, Jordania. Dice la prensa que en Damásco mantuvo una importante conversación sobre el conflicto israelo-palestino, con Assad junior (en las dictaduras comunistas supervivientes y en las nacionalsocialistas árabes, el cargo de líder máximo se ha convertido en hereditario). Cualquiera puede imaginar las acciones anti-Israel que planificaron. No se atrevió a ir a Irak, como otras veces, pero había enviado, poco antes, a tres diputados de su partido. Claro, con sigilo: “Vais, pero si decís que os he enviado, lo negaré. El horno no está para bollos”. De todas formas no necesita ir, su apoyo a Irak y su oposición a los USA, satisfacen plenamente a Sadam. En este sentido, Le Figaro publica, este miércoles, extractos de un largo artículo de Henry Kissinger sobre las actuales tensiones entre los USA y Alemania. Inteligente como suele serlo –lo cual no significa que fue siempre un gran ministro–, opina que el antiamericanismo del Gobierno alemán no se limita a una demagogia electoral rentable, contra la guerra a Irak, es mucho más profundo y mucho más grave. La nacionalista “vía alemana” de Schröder and Cie, no sólo se enfrenta claramente a los USA, sino que plantea serios problemas a Europa, según Kissinger.

En realidad, se nota en varios países europeos, con gobiernos de izquierda, o de derecha, una voluntad antiamericana inquietante, como si el objetivo esencial de la construcción europea fuera crear una superpotencia, capaz de hacer la guerra a Estados unidos. Para ello, claro, los líderes alemanes, franceses, entre otros, esperan aliarse a Rusia, y sobre todo al mundo arabomusulmán, contra los USA. Algunos pensamos que esta política es monstruosa, sencillamente porque los USA son una democracia, con todos sus defectos, como las demás democracias, y que por razones tanto éticas como políticas, económicas y militares, es fundamental que las pocas democracias que existen en el mundo se unan frente a los nuevos y viejos peligros totalitarios. Y siendo los USA la democracia más potente, más motivos para aliarse, sin someterse. Esta verdad de Perogrullo, se enfrenta a las más reaccionarias ambiciones nacionalistas. Estos nacionalismos se ponen así mismo de manifiesto en temas menos guerreros, como la caótica construcción europea, con motivo de la ampliación al Este. Los diferentes países de la UE gozan de diversos privilegios, pero, a la hora de echar cuentas, todos afirman rotundamente no tener la menor intención de abandonar los suyos, exigiendo a los demás que los abandonen.

Cuando se discuten en el Parlamento las leyes de Sarkosy sobre seguridad (que comentaré), el hecho de que Michel Houellebecq haya sido absuelto por el tribunal, tiene su importancia, aunque parezca que son cosas distintas. Pues no tanto, porque fueron las organizaciones musulmanas las que enviaron al novelista ante los tribunales, creyéndose en Irán, y son las organizaciones islamistas en las barriadas con fuerte población magrebí, quienes forman parte de la inseguridad. Teniendo en cuenta el ambiente políticamente correcto, menester es precisar: ni todos los moros son delincuentes, ni todos los delincuentes son moros. (Moro, no es, para mí, peyorativo). Pero existe un problema real de delincuencia, rebeldía y “antisistema”, o anti Francia, entre los ciudadanos de origen magrebí, legalmente franceses o no. Esto no lo afirmo yo, ni Oriana Fallaci, frente el silencio de los corderos, lo afirman los propios magrebís, esa minoría democrática, despreciada por las autoridades francesas. Un ejemplo reciente es el del periodista argelino refugiado en Francia Mohamed Sifaoui, con su libro: “Francia enferma de islamismo”, que nos explica el inquietante crecimiento de lo que califica de fascismo islámico, mientras los gobiernos, uno tras otro, repiten: “todo va bien”.

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