Menú
Carlos Semprún Maura

Manifestaciones virtuales

No hay que dar exagerada importancia a las manifestaciones callejeras. Las más de las veces son como inundaciones, vuelve a salir el sol y la tierra se seca. Crean en la experiencia de un viejo que ha visto muchas y participado en bastantes. La última, hasta la fecha, fue el 7 de Abril de 2002, en París, a favor de Israel. En apariencia, no cambió nada, pero algo sí: sorprendió su importancia e hizo patente que no todos íbamos a tolerar este nuevo antisemitismo. Manifestaciones contra Franco las hubo por doquier, en España como en el extranjero, pero el dictador murió en la cama. Para dar ejemplos positivos recientes, las manifestaciones en Berlín, Praga, Bratislava, pongamos, aceleraron sin duda alguna, la “caída del muro”, y el triunfo de la democracia, en los países del Este sometidos al totalitarismo. Pero no se trataba de manifestaciones rituales, los sábados o los domingos por la tarde, a fechas fijas, que como los tour operators, proponen el dilema histórico siguiente: ¿vamos a esquiar o vamos a manifestarnos? Y otros se preguntan ¿vamos al chapapote o vamos a Bahamas estas vacaciones?

En Berlín, como en Praga, etcétera, más que de rituales desfiles, los ciudadanos se apoderaron de las calles día tras día, durante semanas, hasta el triunfo, y sin derramar una gota de sangre. Nada tenían que ver con las manifestaciones anti Bush y pro Sadam Hussein, del pasado 15 de Febrero. Desde luego los manifestantes fueron muchos, pero si se compara su número, incluso exagerado por la propaganda, con el número de electores resultan ultraminoritarios. Pero bueno, fue un éxito para los organizadores y, de paso, un desastre para la democracia y un triunfo para Sadam Husein.

Salvo en París, donde la manifestación fue, digamos, modesta, precisamente el país en el que la “unión sagrada” nacionalista se ha realizado con portentosa velocidad. Desde el Frente Nacional de Le Pen, hasta la extrema izquierda trotsquista, pasando por la mayoría, la oposición, el clero, las modelos, el “mundo de la cultura” y los taxistas, todos están detrás de Chirac y cantan la bélica “Marsellesa”, en defensa de la paz. O sea, en defensa del tirano Sadam Husein.

Poquísimos son, en la mayoría como en la oposición, los que se atreven a ir a contracorriente. Daré dos ejemplos –hay más, pero poquísimos más, desgraciadamente–: en la mayoría, Alain Madelin, cuyas solitarias declaraciones pueden equipararse a lo expuesto por Blair, o Aznar. Y, en la oposición, Bernard Kouchner, el french doctor, quien declaró: “Manifestarse está muy bien, la paz es evidentemente importante, pero mientras tanto ¿qué pasa con Sadam Hussein y su régimen sangriento, va a seguir matando impunemente? Estas manifestaciones, que sólo han asustado a los políticos cobardes, permiten a los “pacifistas” pro Sadam, declararse representantes de la opinión pública.

Todo esto va por mal camino, aunque en la cumbre de la OTAN, los del “veto” hayan aceptado, con muchos remilgos, que se podía ayudar militarmente a Turquía en caso de guerra. La cumbre de los 15 de la UE ha parido un texto tan ambiguo para mantener la “unidad”, que resulta que todo está, a la vez, permitido y prohibido. Me llamó la atención, sin extrañarme, los insultos y amenazas de Chirac a los países ex comunistas, que si siguen portándose mal (o sea bien) no entrarán en la UE. ¿Ningún jefe de estado europeo, podría recordar a Chirac que sólo es el Presidente de uno de los países europeos, hoy 15, mañana 25, que no preside ni Europa, ni el mundo, que no es ni puede ser Napoleón, ni siquiera de Gaulle, y que, bueno ¡basta ya!?

La historia de las ex “democracias populares” explica su desconfianza. No es que los USA se portaran siempre muy bien con ellos, pero no se rajaron ante la URSS, como las capitales europeas. Siempre le queda a Francia el recurso de conquistar Bélgica y Costa de Marfil. ¡Pobre Francia! No se merece su clase política.

En Internacional

    0
    comentarios