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Carlos Semprún Maura

Me quedé sin manzanas

Porque, en París, las únicas que tenían rico sabor a manzana eran las Braeburn y las cox que comprábamos en Mark & Spencer, y que provenían del Reino Unido o de Nueva Zelanda, según la temporada. No me atrevo a entrar en comentarios sobre la elegancia masculina y el arcaísmo de estos almacenes británicos, como tan bien lo hace Vicente Molina Foix, manifestando su nostalgia de cliente, que comparto, pero si, como dice, el estilo de M & P, era el del “maduro profesor universitario ingles”, lo acepto y ¡a mucha honra! Hasta la pipa, aunque las compre en Cogolin (Var).

Hace varios años, cuando los Cabrera Infante me pidieron que los llevara a un restaurante donde comer buena carne, porque en Londres se abstienen, debido a las “vacas locas”, recuerdo que durante el almuerzo, Guillermo me dijo: “Llevas una chaqueta típicamente británica”. “Lo es, pero comprada en París, en M & S.” Me pareció que, al oír ese nombre, hizo algo así como una mueca de desprecio. Desde luego, los precios eran modestos y no sé si el “Cármena se llama el sastre que viste a la gente bien”, de mi infancia, o Besteiro, eran más elegantes, pero tampoco se trata de eso.

Se trata de los improperios proferidos por Jospin ante el cierre de los almacenes M & S, y de varias fábricas de galletas LU, que se han anunciado al mismo tiempo. Curiosamente, el lenguaje burocrático califica un despido importante de “plan social”. Jospin amenaza con arrastrar a los ejecutivos ante los tribunales y hasta agita el espectro de la cárcel. Esto se explica porque, el año pasado, cuando Michelin anunció su propio “plan social”, Jospin declaró por televisión, que el Estado no dirigía Michelín, era una empresa privada. Toda su izquierda “plural” se le echó encima, ¿cómo un primer ministro socialista podía rendirse de esa forma ante el nauseabundo capitalismo? Un profesor de Universidad, no recuerdo su nombre, llegó a escribir en una “opinión” de “Le Monde”, que incluso si era verdad, no tenía derecho a decirlo, por que desmovilizaba a las tropas. Para no desmovilizar a sus tropas, Jospin dice hoy lo contrario, pero no puede hacer nada salvo gritar.

Yo no sé por qué M & S cierra sus almacenes en el continente (dos en París –estaban siempre llenos– y unos treinta en toda Francia), ni por qué el potente grupo Danone, cierra varias fábricas de galletas LU –no las he probado nunca–, pero este grupo fue creado por Antoine Riboud, gran capitalista de izquierdas, amigo generoso del PS, lo cual complica las cosas. También es cierto, que, como está de moda, ha cedido recientemente sus empresas a su hijo, Frank, y puede que éste no comparta sus opiniones políticas. En vez de gritar en balde, o sólo para salvar algún voto, lo máximo que debería hacer el gobierno es facilitar la contratación de los empleados y la compra de los locales de M & S, por las Galerías Lafayette, como se rumorea. Así, todos contentos, salvo yo. Mis manzanas serán francesas, y sin sabor.

Mientras tanto, sigue la huelga de transportes, al considerar los trabajadores-funcionarios, avanzadilla de la socialburocracia, que sus indudables ventajas podrían aumentar en un periodo preelectoral. Y Dominique Strauss-Kahn, procesado, ha sido reelegido diputado. Ahora goza de la inmunidad parlamentaria. Porque no sólo los presidentes de la República, los diputados y los ministros gozan de privilegios ante la Justicia. Pero de eso se habla menos, porque no sirve para el acoso a Chirac, que sólo pretende crear sospechas que puedan reflejarse en las próximas presidenciales.

El líder de los Verdes parisinos, Contassor, ha dimitido, apenas instalado el nuevo consejo municipal presidido por Delanoe. ¿Porque no se cumplen los preceptos del protocolo de Kioto en la capital? Ni hablar: porque no les han dado tantos sabrosos cargos como les habían prometido durante la campaña.

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