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Carlos Semprún Maura

Monnaie de singe de la leyenda comunista

Su carta es conmovedora, pero en los liceos franceses no se leerá la misiva de un "joven resistente", sino la de una víctima de las circunstancias históricas y del sometimiento de su propio partido a las órdenes y vaivenes de Moscú.

Las columnas del viernes de Yvan Rioufol en Le Figaro son siempre interesantes y voy a decir dos cositas en relación con la última, del 5 de octubre. Algunos de mis lectores sabrán, tal vez, que Nicolás Sarkozy ha ordenado que todos los 22 de octubre se lea, en todos los liceos de Francia, la última carta de Guy Môquet a su familia, cuando sabía que iba a ser fusilado la mañana siguiente.

Guy Môquet es presentado como un joven resistente comunista, fusilado por los nazis, por lo que el PCF (o lo que queda) exige hoy "derechos de autor". Pero Rioufol aclara que fue detenido en 1940 por la policía francesa, como otros comunistas que hacían una campaña de sabotajes y propaganda contra la "guerra imperialista" que su país y Reino Unido habían declarado a la Alemania nazi. En 1940 todavía estaba en vigor el pacto nazi-soviético que todos los partidos comunistas del mundo apoyaban; estaban, por lo tanto, a favor tanto de la URSS como de la Alemania nazi. Todo cambió en junio de 1941, después de que los nazis atacaran a la URSS. Los comunistas pasaron de la noche a la mañana de ser aliados de los nazis a convertirse en sus enemigos, siempre a las órdenes de Moscú.

El verano de 1941, después de la agresión nazi contra la URSS, tres jóvenes comunistas cometieron un atentado contra un oficial alemán en Nantes. Los nazis tenían por siniestra costumbre fusilar a docenas de rehenes en represalia contra cualquier atentado. Daba lo mismo para estas bestiales venganzas de los nazis que los desdichados hubieran sido detenidos por esos hechos o capturados al azar. Môquet tuvo la desgracia de formar parte de los rehenes fusilados.

Su carta es conmovedora, como lo son las de todos los que tienen el tiempo y la posibilidad de escribirlas, a sabiendas de que van a morir dentro de pocas horas. Pero en los liceos franceses no se leerá la carta de un "joven resistente", sino la de una víctima de las circunstancias históricas y del sometimiento de su propio partido a las órdenes y vaivenes de Moscú. O sea, que hasta Nicolas Sarkozy, hijo de un húngaro que huyó del comunismo, cree en la monnaie de singe (falsa moneda) de la leyenda comunista.

Pero Rioufol no dedica su columna a esta estafa histórica, sino a la política de apertura de Nicolas Sarkozy, que critica ferozmente. Recuerda que fue elegido presidente de la República, nada menos, sobre la base de la ruptura, o sea, de un cambio radical con el antiguo sistema que, como un buque averiado, se hunde lentamente en el océano. ¿Qué cambio y qué ruptura conlleva el hacerles guiños y ofrecerles cargos a los más viejos, podridos y apolillados socialistas? No le falta razón.

Sombrío fin de semana deportivo, para mí: en rugby, yo esperaba que Nueva Zelanda aplastara a Francia 72 a 3, pongamos, y Francia ha ganado 20 a 18. Y a Hamilton, en Shangai, le falló su coche.

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