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Carlos Semprún Maura

Monstruosos chantajes

En un video grabado por sus anónimos secuestradores, y difundido por la repelente cadena de televisión Al Jazeera, la representante de CARE en Bagdad, gritando y sollozando, exige de los británicos que le salven la vida

El cinismo criminal de los terroristas islámicos en Irak, como en muchos otros lugares del mundo, se pone una vez más de manifiesto con el secuestro de Margaret Fitzsimons (más conocida como Asan, que es el apellido de su marido iraquí). En un video grabado por sus anónimos secuestradores, y difundido por la repelente cadena de televisión Al Jazeera, la representante de CARE en Bagdad, gritando y sollozando, exige de los británicos que le salven la vida, que obliguen Toni Blair a que retire sus tropas de Irak, sino va a ser decapitada, como Kenneth Bigley.
 
La prensa gala en vez de indignarse y enfurecerse ante tan monstruoso chantaje, como si el secuestrador fuera Blair, se limita a comentar, con tono triste le acusa implícitamente de ser el principal responsable de lo que pueda. En criterios de Justicia y de defensa de los derechos humanos, los de verdad, los degolladores, se esfuman, parece como si no fueran culpables de nada, actúan así porque están obligados, el terrorismo es "la única arma de los pobres" y demás sandeces criminales. Cierto que Margaret Asan es un caso, hasta cierto punto, aparte –como lo eran las dos jóvenes italianas–, en esta sangrienta tragedia de los rehenes y de las decapitaciones. Vive en Irak desde hace 32 años, está casada con un iraquí, y en diferentes ocasiones declaró, al menos eso se dice, que su patria era Irak. Desde luego es cosa suya, aunque quepa preguntarse ¿cómo soportó tan bien la tiranía de Sadam Hussein?
 
Claro, no puede olvidarse un segundo que su llamamiento a los británicos, y a Toni Blair personalmente, para que le salven la vida, esta dictado por sus secuestradores y obedece a sus propósitos, quienes, y menos mal, sólo lograron su objetivo con el gobierno filipino. Tampoco puede olvidarse de que Margaret Asan, antes de ser secuestrada, compartía la opinión de sus secuestradores, también exigía la retirada de las tropas aliadas de Irak. Su marido insiste, sin embargo, en que "no se metía en política", y critica a Toni Blair, porque si insiste tanto "sus secuestradores se van a creer que es británica", y, entonces, claro, su vida peligra. Como si degollar a una británica fuera legítimo, a una iraquí, menos. Pues resulta que lo es, británica, y no es nada seguro que sus secuestradores hagan la diferencia entre una británica proiraquí, y otra. Y además, fueron los propios terroristas quienes por voz y llanto de Margaret Asan, se dirigieron directamente a los británicos y a Toni Blair y no a la ONU.
 
Se nos dice que CARE distribuía agua en Irak. Pero, ¡si el agua constituye una de las riquezas de Irak! Menos rentable que el petróleo pero verdadera riqueza para el país. Se mire como se mire, todo esto da asco. Mientras tanto los periodistas franceses, Georges Malbrunot y Christian Chesnot, y su chofer sirio, como dice la prensa gala, siguen secuestrados desde hace 67 días y nada se sabe de ellos. Parece como si en este caso, los terroristas hayan elegido la "guerra de nervios", la duración, la angustia creciente de familias y amigos para poner de manifiesto la torpeza e incapacidad del gobierno francés. Si al final logran salvar sus vidas, sería lo esencial pero eso no quita que este largo y angustioso cautiverio también constituye un suplicio.

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