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Carlos Semprún Maura

Ni sí, ni no

Es, a todas luces, positivo, que ese “tratado constitucional” de aquelarre no pase, pero, no nos llamemos a engaño, teniendo en cuenta el peso ínfimo del “no liberal”

Si los sondeos no se equivocan rotundamente, la Constitución será rechazada en Francia el domingo, en Holanda tres días después, luego en Reino Unido, en algún país escandinavo y de Europa del Este. Lo cual será “globalmente positivo”. Incluso admitiendo que en los 25 países de la UE, triunfe el “sí”, cosa que a estas alturas parece imposible, no sería una catástrofe absoluta, dicha Constitución siendo tan contradictoria, no podrá aplicarse, resultará inútil, pero los líos y crisis actuales se agravarían, poniendo en peligro cualquier proyecto de unión europea, ya sea el “liberal” o el “social”. Y hasta el mercado común, lo único que funciona.
 
En Francia, en donde los diez últimos sondeos prometen una victoria del “no”, con un 52% y 54% de intenciones de voto, el rechazo de la Constitución tendría a la vez efectos positivos y negativos. Es, a todas luces, positivo, que ese “tratado constitucional” de aquelarre no pase, pero, no nos llamemos a engaño, teniendo en cuenta el peso ínfimo del “no liberal” –como del “sí, liberal”, que por extravagante que parezca, también existe–, los que querrán beneficiarse del triunfo del “no”, constituyen lo peor de lo peor en la sociedad francesa. No me refiero al Frente Nacional, que seguirá siendo eternamente minoritario, sino a ese mejunje de izquierdas radicales, que si bien agitan el espejuelo de la Unión de Repúblicas Socialistas Europeas, no se lo creen del todo, luchando, en realidad, por una Francia socialburócrata, autárquica y arcaica, que mantenga su modelo de paro francés y la excepción cultural de sus zanahorias. Bueno, no seamos tan pesimistas, también se votará “no” por sentido común, “no” a una Constitución absurda y burocrática.
 
Los líos y las crisis en la construcción-destrucción europea no son nada nuevos, y la Constitución no los solucionaría, más bien al revés. Entre los más recientes la bofetada del eje francoalemán a la Comisión en relación con el Plan de Estabilidad que ellos habían decidido. Ahora, Chirac ha puesto sobre el tapete el asunto del “cheque británico”. Lo único que le queda de gaullista a ese señor son los prejuicios antibritánicos, porque, vamos a ver, puesto que el Reino Unido recibe menos ayudas que otros países de la UE ¿No es lógico que obtenga alguna compensación? Claro que sí.
 
La derrota probable de la nefasta coalición rojiverde en Alemania y la consiguiente victoria de la CDU no cambiará radicalmente nada, creo, de los problemas constitucionales, políticos y económicos europeos. La CDU –como el PP– ha votado “sí” en el Parlamento. La Constitución alemana no admite referéndums. Pero son previsibles dos cosas positivas: la negativa del nuevo gobierno alemán a la adhesión de Turquía y el fin del actual maridaje francoalemán, como así lo teme la prensa gala, que gime: “Van a sustituir París por Washington”. Nos queda esperar que reanuden el programa nuclear y que den un cariz más liberal a las indispensables reformas. El Canciller Schröder, en todo caso, ha perdido los estribos y hasta ha sacado del armario al apolillado filocomunista Oskar Lafontaine, para que le ayude a perder las elecciones.
 
N.B. ¡Pobre Giscard d´Estaing! Hace algunos años, autores españoles le acusaban de ser un potente, oculto y despiadado miembro del Opus Dei. Hoy, otros autores españoles le acusan de ser un potente, oculto y despiadado miembro de la masonería. Las dos cosas no pegan, y no me creo ninguna. Prometo informarme en fuentes serias.

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