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Carlos Semprún Maura

Penúltimo tango en París

Desde hace un par de días, los titulares de la prensa francesa y española son iguales. Ocurrió lo mismo, claro, el 12 de Septiembre, pero ahora se trata de Argentina, de los motines por las calles, de los 21 muertos y de la cobardía del señor de la Rúa. Esto de cobardía lo pongo yo, porque cuando se ha sido elegido al frente de un Gobierno, pase lo que pase, uno no huye como un cobarde. Desde luego se deben tomar medidas de urgencia (salarios, no tiros), adelantar elecciones, dimitir dignamente, pero nunca escabullirse como un ladrón. En el editorial de Le Figaro, de hoy, viernes 21, se le echaban la culpa de todo a Carlon Menem y a su entorno, por haber robado muchísimo. Pese a ser probable, es insuficiente como explicación, la destrucción de la economía argentina, virtualmente rica, por su clase política, viene de más lejos. Con Isabelita Perón y su brujo, ya había una inflación de aquelarre; con Raúl Alfonsín, aún más; con Menem, corrupción y ahora el caos. No estoy seguro de que la prensa francesa se haya convertido de pronto a la solidaridad planetaria, se trata únicamente, me temo, de inquietud por los intereses galos en Argentina, es el tercer país que más había invertido allí, después de los EE UU y España. ¡Ay España! Los “gallegos” vamos a ser el chivo expiatorio de la impericia de la clase política argentina, cuya victoria histórica será la de haber destruido su economía.

Sabido es que el consejo constitucional, demostrando sentido común, ha prohibido la financiación de las 35 horas por la Seguridad Social. No pasa nada, responde, risueño, el gobierno Jospin, aumentaremos un 10% el tabaco, el alcohol, la gasolina, el Père Noël y las conversaciones amorosas por Internet. Cerrado por el virus navideño, el Parlamento y su mayoría floral (rosa, verde, roja) se despide alicaída y suspicaz. Nada va bien, aunque no tan mal como en Argentina, se consuelan. El histriónico apparatchik José Bové ha sido condenado a seis meses de cárcel, por haber destruido cultivos experimentales de productos transgénicos. Veredicto justo, aunque severo. No hay que olvidarse de que los actos ilegales, incendios, destrucciones, amenazas de bomba se convierten en norma, en muchos conflictos sociales, y eso termina por inquietar a la Justicia. Bové ha presentado recurso ante la Cour de Cassation y mientras tanto no irá a la cárcel. Sus amigos están que trinan: ¡Proceso político!”. Pues sí, si las repetidas destrucciones de Mc Donalds, cultivos transgénicos y demás tienen, según los vándalos, un contenido “político”, es lógico que algo de política llegue hasta el Tribunal.

El más furibundo es Noël Mamère, candidato Verde a las presidenciales. Pese a todo, hay que perdonarle mucho a éste señor, sencillamente porque no sabe lo que dice. Es idiota, vaya. Una muestra: enfrentado por televisión a Alain Madelin, Presidente de “Democracia Liberal” (bonito nombre, realidad nula), de entrada le increpó en éstos términos: “¡Cómo puede usted declararse liberal, cuando sabe que el liberalismo está destruyendo los bosques de la Amazonia!”. Apaga y vámonos. ¡Felices Pascuas!. Con Carlos Gardel, a ser posible.


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