Menú
Carlos Semprún Maura

Reformas musulmanas y farsas onusianas

Sin constituir una de las grandes reformas socioeconómicas, anunciadas y nunca realizadas, la organización de los musulmanes de Francia, como si de un partido se tratara, con un presidente elegido a dedo por el ministro de Interior, me parece un aquelarre. Las cosas van a transcurrir así: el pasado domingo y el que viene, cuatro mil “grandes electores”, representando las mezquitas y lugares de culto musulmán, elegirán sus representantes al CFCM (Consejo francés del culto musulmán). Esto puede tener una apariencia democrática, pero hay que saber que si bien los “musulmanes” en Francia son cinco millones, esencialmente de origen magrebí, sólo un 10% frecuenta las mezquitas, según estadísticas oficiales. Además, las corrientes islámicas son de lo más variopinto; van desde los simpatizantes de la organización internacional terrorista los “Hermanos Musulmanes” a imanes que tienen un lenguaje “radical-socialista” y defienden un Islam francés, tolerante y republicano, y claro, se odian entre sí.

No estoy seguro de que el peligro que Sarkosy pretende erradicar, con la ayuda del Rector de la Gran Mezquita de París, Boubaker, designado presidente del CFCM por dos años, o sea, el peligro del terrorismo y el cese de las violencias antisemitas que acompañan las manifestaciones “pacifistas”, vaya a lograrse así. Porque los jóvenes violentos que admiran a Ben Laden, no se mueven en su mayoría por fe musulmana, sino motivados por una ideología “revolucionaria” y no escucharán los consejos, más o menos tolerantes, del rector Boubaker. Yo creo que hubiera sido más democrático dejar a las diferentes corrientes musulmanas organizarse como ellas lo entienden, pero velando al estricto respeto de la ley.

La ONU ha vuelto a ponerse de moda, y Hans Blix, el amigo de Sadam, prosigue su campaña antiyanqui. Se dice que Blair consiguió convencer a Bush, en su reciente reunión de Belfast, para que afirmara que la ONU debe desempeñar un papel importante en la “reconstrucción” de Irak. Y Chirac, siempre en su nube, con Schröder y Annam, secretario general de la ONU, se reunirán con Putin este próximo viernes, en San Petersburgo, para lo mismo, o sea el reparto del botín, bajo bandera onusiana. Siguen todos, y más que todos Chirac, por el sendero luminoso del cinismo: habiendo evitado los riesgos de la guerra, quieren apoderarse de los beneficios de la paz, y sobre todo del petróleo.

La careta onusiana le sienta bien a Chirac, puesto que Francia, Rusia y China son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y por ello puede que no le sea demasiado difícil defender sus gigantescos intereses petroleros en Irak, y además seguir aparentando liderar la superpotencia mundial antiyanqui. Pero como las negociaciones sobre esa “reconstrucción” pueden ser difíciles, yo me permito sugerirles una solución sencilla: ya que se trata de establecer la democracia en Irak, habría que confiar dicha tarea a los estados miembros de la ONU realmente democráticos, dejando así el futuro de Irak en manos de países como Cuba, Angola, Siria, Irán, China, Arabia Saudí y otros países tan democráticos como los citados. La presidencia de dicha comisión podría correr a cargo de Total-Fina, con Ben Laden como asesor jurídico, y los Hermanos Musulmanes como ONG humanitaria. Desde luego, el horno no está para bromas, pero tampoco para que nos tomen el pelo.


En Internacional

    0
    comentarios