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Carlos Semprún Maura

Resaca de Gadafi

Yo no considero tonto a Sarkozy, pero no puedo dejar de observar que hace tonterías.

Cuando el ilustrísimo general De Gaulle fue a Canadá en visita oficial, y lanzó en Québec su grito "¡Viva el Québec libre!", el Gobierno canadiense, tan humilde que nadie recuerda ya el nombre de sus ministros, declaró al general persona non grata y lo expulsó. Y De Gaulle, héroe de mil hazañas según su leyenda, y no todas son falsas, recogió sus maletas y se largó, obedeciendo al anónimo, discreto y provinciano Gobierno de Ottawa, que políticamente tenía razón.

Gadafi ha venido a París en visita oficial, que ha aprovechado para justificar los atentados terroristas, insultar a Francia –suponiendo que Francia siga considerándose como "la patria de los derechos humanos"–, insultar a la religión católica ("Vuestras cruces y vuestros rezos son ridículos y no representan nada, el islam es la única religión auténtica") e insultar a la democracia, que no tendría sentido en Libia porque los libios se gobiernan ellos mismos. Por resumir ese aquelarre, hizo lo que le dio la gana, abofeteó a quien quiso abofetear, encargó a su ministro de Exteriores insultar a Bernard Kouchner y ahora se ha ido a España a cazar palomas con el Rey.

Jamás, en toda mi larga vida, he asistido a una visita de un jefe de Estado extranjero que tan abiertamente haya insultado, despreciado y escupido al país que le acogía, que ha demostrado una cobardía inaudita. Jamás he visto una vergüenza semejante. También es cierto que la visita del asesino libio no ha obtenido el aplauso unánime. Rama Yade, la secretaria de Estado de Derechos Humanos, ha explotado en los sondeos en términos de popularidad por haber criticado magníficamente a Gadafi, mientras que Sarkozy se hunde. Yo no considero tonto a Sarkozy, pero no puedo dejar de observar que hace tonterías.

El jefe terrorista Gadafi cambió de táctica, que no de estrategia, después que unos aviones norteamericanos destruyeran en Trípoli el palacio presidencial. En aquella ocasión, Mitterrand les negó a los yanquis permiso para volar sobre el territorio francés, lo cual obligó a hacer escala en Gibraltar, y menos mal que Gibraltar es lo que es. Además, fue Mitterrand quien avisó a Gadafi de la amenaza de bombardeo y le aconsejó refugiarse en su querido desierto. Así salvó su vida, gracias a Mitterrand, el tirano libio.

Pero si bien Gadafi, después de ese gigantesco susto, cesó en sus ataques terroristas contra Occidente, se volcó a cambio en sus acciones terroristas, imperialistas y reaccionarias en toda África, con graves consecuencias en el Sudán, el Chad, y otras zonas de guerras y masacres. Y a ese tirano criminal es al que se ha recibido en París, donde ha sido oficialmente aplaudido mientras meaba sobre la democracia francesa. Imaginemos un segundo que un presidente y un Gobierno francés hubieran recibido así a Pinochet; ¡qué escándalo que se hubiera armado! Pues Gadafi es mucho peor de lo que fue el chileno.

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