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Carlos Semprún Maura

Sectas: cortar por lo sano

Hoy, voy a hablar de religión. Pero que nadie se asuste, voy a hablar de religión a propósito de las sectas y de la nueva legislación sobre, o mejor dicho, contra ellas, aprobada con entusiasmo por el Parlamento francés, como una aportación fundamental al espíritu cívico socialista, y una victoria contra el oscurantismo. Pero sólo se trata de una manifestación más de su sectarismo social-burócrata. Ya me había llamado la atención que las Iglesias de Francia, tanto la católica, como la reformada o protestante, se alzasen contra esta nueva ley, la más dura contra las sectas del mundo civilizado. No hago, pues, alusión a lo que ocurre en Tibet, pongamos. Estas iglesias no favorecen en absoluto, al contrario, las actividades de los Testigos de Jehová, o de la Iglesia de la Cienciología, pero se han percatado de la peligrosidad sectaria de esta ley, que además quiere ser un arma contra el imperialismo yanqui, como la destrucción de Mac Donalds, la guerra contra los productos transgénicos, o la satanización del Presidente Bush, culpable de estas pertinaces lluvias primaverales y de muchas más cosas, con el pretexto de que algunas de estas sectas tienen su sede en los USA, país donde la libertad de pensamiento es mucho mayor que en Francia, supuesta “patria de los derechos humanos”.

Claro que, si se cometen delitos, por sectas o no, hay que aplicar la ley, y las leyes ya existen. Pero no se trata de eso, se trata realmente de imponer un pensamiento único, de uniformar la sociedad, y eso de manera a la vez sectaria y oportunista. Por ejemplo, la bestia y monstruosa mutilación del clítoris de las niñas en las familias musulmanas, apenas se persigue (ni los malos tratos a mujeres), porque el Islam representa una potencia fabulosa. Desde el general de Gaulle, todos los gobiernos franceses, con la ilusión de tener una “gran política árabe”, se rajan sistemáticamente ante las dictaduras árabes. Siria pudo haber matado a cascos azules franceses en el Líbano y asesinado a su embajador, Siria sigue siendo “el mejor amigo de Francia”. Cuando algún terrorista iraní es detenido, por distracción policial, y tras haber cometido atentados sangrientos, se ve liberado, sin juicio. Abundan los ejemplos en este sentido.

Esta imposición paulatina de un pensamiento único en el conjunto de la sociedad, intentando cortar por lo sano todas las heterodoxias, tienen sus inevitables incoherencias y sus no menos inevitables oportunismos. En Francia coexisten legalmente varias religiones: la católica, la protestante, el islam, la hebrea, la budista y las calificadas de sectas, algunas, es cierto, peligrosamente estrafalarias, como la del Templo Solar, pero, para los integristas católicos, pongamos, los budistas pueden aparecer como una secta, y para los integristas musulmanes, todas las otras religiones, no sólo son sectas, sino infieles, que se merecen la muerte, como reza el Corán. ¿Adónde vamos, sin tolerancia? Pues vamos a lo que vemos; desde hace más de treinta años, en Francia, los atentados, las bombas, los muertos, siempre han tenido el mismo objetivo y las mismas víctimas: las sinagogas y las escuelas judías. No se ha quemado la menor mezquita, ni el menor templo budista.

En 1990, el Parlamento votó la llamada “Ley Gayssot”, por el actual ministro comunista de Transportes, que, con el pretexto de prohibir las manifestaciones de racismo, como el “negacionismo”, en realidad sirve para reintroducir la censura política, y ocultar al máximo el antisemitismo en la URSS y otros países comunistas. Esta ley, esta censura, ha tenido aplicaciones grotescas, como la histérica campaña contra Renaud Camus, porque había escrito en su diario, un par de frases ridículas, negando a los judíos franceses la posibilidad de entender realmente la peculiar belleza de la lengua y la cultura francesas. Que se lo digan a Marcel Proust. Pero al mismo tiempo se desarrolla, se alienta y se subvenciona un antisionismo delirante, hasta en los libros de texto para párvulos, en los que se enseña que los soldados israelíes sólo se dedican a matar niños palestinos. ¡Ay, Palestina , Palestina, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!

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