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Carlos Semprún Maura

Siempre lo mismo

Se dice que el padre de Kafka, tras haber echado un nuevo y curioso vistazo a los borradores del novelista, miraba tristemente a su esposa, y murmuraba: “Siempre lo mismo”. Desde luego, al pobre señor no se le podía ocurrir murmurar: “Siempre tan genial”. El caso del presidente Chirac es, obviamente, distinto: siempre lo mismo, pero nunca genial. Obedeciendo al rito, como todos los años, y como todos los presidentes, el miércoles 31 de diciembre a las 20 horas, lanzó por radio y televisión, su consabido: “Feliz año nuevo” a sus queridos compatriotas. Notemos, de paso, esta anomalía de la Constitución: en los periodos de cohabitación, el presidente, en principio, lo es de todos los franceses, pero en la práctica, es el jefe de la oposición, lo cual explica muchas cosas recientes, pero hoy ya no es así).
 
Algunos fingieron sorprenderse de que habló sobre todo de empleo, pero se trata de una sorpresa ficticia, ya que el texto del discursito estaba, horas y días antes, en las redacciones, para facilitar los aplausos espontáneos, y por lo tanto todo el mundo sabía que iba a hablar de empleo, y efectivamente habló de empleo. Bueno, empezó con frases muy generales sobre los conflictos del mundo y el papel esencial de Francia en la defensa de la paz y del derecho internacional. ¿Me lo dice o me lo cuenta? En Europa, lo mismo, hay problemas, siempre los ha habido, pero Francia, con su lugarteniente Alemania, y sus aliados (¿cuáles?) seguirá en los avant-postes. ¿Cómo traducir ese término militar? ¿Vanguardia? ¿Avanzadilla? Más bien jefatura. Pero, sobre todo, efectivamente habló de empleo, y demostró saber mucho menos sobre el tema que su Ministro de Trabajo, François Fillon, o sea, nada.
 
También en este capítulo pronunció generalidades sobre lo que tan tímidamente está intentando realizar el Gobierno, siendo lo más interesante lo de la formación profesional. Y desde luego ni una palabra sobre los robots, creadores de riqueza, y de paro. Ni se ha enterado. Pero ¿a quién se le ocurre que la solución sería el voto en el Parlamento, “de una gran ley de movilización a favor del empleo”? ¿Desde cuándo ese tipo de gesticulaciones crea empleo? Son las empresas las que lo crean. También me puso mosca su ambigua frasecita sobre el necesario reforzamiento “de la prevención de los planes sociales y de los despidos”, que suena como nostalgia de la planificación socialista de la economía. No salimos del universo socialburocrático que sigue dominando Francia, en donde el estado es el eje de todo, sin querer darse cuenta de que los países europeos en donde el paro disminuye masivamente, son los que hacen exactamente lo contrario. Pero, bueno, da lo mismo, palabras de circunstancia, demagogia de fin de año, lo único que vale la pena apuntar, es que la demagogia de Chirac es socialista.
 
Por lo demás, siempre lo mismo, una Nochevieja con trifulcas en los Campos Eliseos, festivos y tradicionales incendios de coches en Estrasburgo, y otras gamberradas, más o menos violentas, en otras ciudades. Siempre lo mismo. Lo cual demuestra los éxitos de Sarkosy en cuanto a la seguridad ciudadana. No ha cambiado nada, salvo en las estadísticas. Como siempre.
 

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