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Carlos Semprún Maura

Siniestras retahílas

Risa amarga me da ver hoy a los mismos que llevan años insultando al ministro de Interior, Sarkozy, acusándole de ser demasiado represivo, duro, inhumano y bestia. Todos ellos [...] volvieron otra vez a insultarlo pero diciendo exactamente lo contrario.

Desde hace 25 años, los gamberros violentos de los suburbios, calificados de "sensibles" por la cursilería gubernamental y mediática, han hecho de la quema de vehículos su deporte favorito. Desde hace 25 años, en Estrasburgo, por ejemplo, todas las Nocheviejas se incendian coches. Se nota el espíritu deportivo que impulsa a los participantes en que cada año se superan y queman algunos más: 900, 1.000, 1.200... he perdido la cuenta.


Durante las revueltas del año pasado se logró algo así como un record, pero entonces no se quemaron sólo coches y autobuses, sino también escuelas, alcaldías y lo que fuera. Muchos esperan que se "celebre" el aniversario de esos eventos que provocaron cuatro muertos: dos chavales electrocutados accidentalmente y dos ciudadanos de a pie, asesinados a porrazos por los manifestantes. Si por ahora no ha ocurrido nada comparable es porque los imanes no han dado la orden, esperando tal vez una ocasión mejor que un simple aniversario; una brutalidad policial, por ejemplo. Pero los ataques contra autobuses en los arrabales parisinos se multiplican, creando un verdadero temor, y como era de esperar nadie ha resaltado lo suficiente que, en dos ocasiones al menos, los incendiaros de autobuses iban armados con pistolas.

Como es sabido, el incendio de un autobús en Marsella, el sábado a las nueve de la noche, ha provocado una herida grave, una infeliz estudiante senegalesa que ha resultado atrozmente quemada y está en el hospital entre la vida y la muerte. Me da furia leer en la prensa gala y oír por radio ese hipócrita tono de sorpresa: se trataría de un barrio "generalmente tranquilo" y Marsella había escapado de los disturbios parisinos... Pues el barrio donde ha ocurrido la salvaje agresión e incendio de un autobús es, desde hace 25 años, uno de esos barrios "sin ley" que se extienden por toda Francia.

Risa amarga me da ver hoy a los mismos que llevan años insultando al ministro de Interior, Sarkozy, acusándole de ser demasiado represivo, duro, inhumano y bestia. Todos ellos, la izquierda unida al completo, apenas se supo de la tragedia de Marsella volvieron otra vez a insultarlo pero diciendo exactamente lo contrario. Ahora le acusan de laxismo, de hablar y no actuar, exigiendo más policías en los barrios "sensibles", etcétera. Son francamente repugnantes.

Continúa el paripé mediático, el monopolio absoluto de las ondas y las pantallas por el partido socialista. El domingo tuve que soportar a Ségolène Royal y a Laurent Fabius por televisión y su numerito de "Yo, el Supremo". No sólo insultaron a Sarkozy, como ya he dicho; recitaron también su catálogo de promesas demagógicas, de subsidios y mordidas, de limosnas y subvenciones, como si Francia fuera tan sólo una tienda de ultramarinos y los franceses unos minusválidos necesitados de asistencia social. No tienen la menor visión, el menor proyecto, la más mínima política; todo se resume en cuentas de boticario que intenta disimular su bancarrota.

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