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Carlos Semprún Maura

Sopa boba

todo el mundo sabe que los musulmanes, moderados o radicales, no admiten el laicismo ni que exista una ley superior a la ley de Alá.

Pasar de las tragedias del mundo a la sopa boba de la política interior francesa resulta bastante ridículo, pero hay que atenerse a la actualidad. ¿Qué pasa en Francia? Precisamente, no pasa nada. El país se parece a una cupletista a quien, después de una crisis de nervios, se la hubiera dado demasiados tranquilizantes y estaría presa de un profundo letargo. De ven en cuando, alguien se levanta y grita: "¡Hay que despertarla! Si no va a ser una catástrofe..." pero nadie es capaz de despertar a la bella durmiente.
 
Ya se están preparando para las presidenciales de 2007, pero sin hablar nada de proyectos, de programas o de reformas; eso sería demasiado peligroso. La lucha solapada, tan evidente como hipócrita, se cierne en torno a los candidatos: a la derecha Chirac, Sarkozy, Bayrou, sin duda Le Pen, y alguno más; a la izquierda son tantos que ni un listín de teléfonos daría abasto: Fabius, Hollande, Strauss-Kahn, Jospin, Delanöe, Aubry (Martine), Buffet (Marie-Claude), dos o tres trotskistas, algún verde y lo que te rondaré, morena. Curiosamente, el debate preelectoral entre Chirac y Sarkozy se cierne en torno a la cuestión del laicismo y de la ley de 1905 sobre la separación de la Iglesia y del Estado. Habiendo Sarkozy propuesto la revisión de dicha ley, Chirac y muchos más han contestado tajantemente que ni hablar, que esa ley había demostrado su valor y su eficacia y que constituía uno de los cimientos de la República. La respuesta de Sarkozy es peregrina: en 1905 no había musulmanes en Francia, y además hay que evitar que países extranjeros islámicos, como Arabia Saudí, subvencionen la construcción de mezquitas, centros coránicos, y otras actividades que nada tienen que ver con el laicismo y el espíritu republicano. Para que exista un "Islam de Francia" es el Estado quien debe subvencionarle.
 
Preso de su afán de promoción personal, parece olvidarse de que la ley de 1905 se refería esencialmente a la Iglesia Católica, cuyos fieles eran, y siguen siendo, infinitamente más numerosos en Francia que los musulmanes. El laicismo de dicha ley tolera y protege todas las religiones, pero descarta que una de ellas se confunda con el poder político o que una de ellas obtenga un estatuto privilegiado, como de hecho propone Sarkozy para el Islam. Esa propuesta es la repanocha, ya que todo el mundo sabe que los musulmanes, moderados o radicales, no admiten el laicismo ni que exista una ley superior a la ley de Alá. Un "Islam de Francia", laico y republicano, o es un esperpento o produciría un cisma. Puestos a soñar, ¿por qué no sueña con un Islam ateo, señor Sarkozy? Y en cuanto a las subvenciones y al peligroso proselitismo de saudíes y demás, sobran leyes que permitirían, si existiera voluntad, prohibirlo, sin recurrir a la reforma de la de 1905.
 
Después de veinte años, comienza el proceso de las escuchas telefónicas ilegales, ordenadas por el presidente Mitterand. Como va para largo, ya tendré ocasión de comentar cómo el presidente montó todo este tinglado para escuchar las conversaciones privadas de Carol Bouquet...

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