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Carlos Semprún Maura

Triunfa el inmovilismo

Todo partidario de la democracia parlamentaria sabe que la alternancia en el gobierno de diferentes partidos es positiva para la sociedad. A condición de que las mayorías no cambien cada dos por tres, y las reformas aprendidas, cuando esto ocurre, tengan tiempo de madurar y convencer. Si no, la agitación política sólo disimula inmovilismo. Esto es lo que ocurre en Francia. Está de moda, aquí, criticar el “régimen de los partidos” de la IV República, con sus incesantes crisis de gobierno; luego, la llegada del general de Gaulle, dio cierta estabilidad al país, hasta mayo de 1968. Para no abrumar con detalles históricos, pasemos a los 14 años del reino de Mitterand, perfecta estabilidad, pero sólo aparente, ya que tuvo que aceptar dos gobiernos adversos, el de Chirac y el de Balladur.
 
Desde que Jacques Chirac es Presidente, los vaivenes electorales se han acelerado: elegido Presidente en 1995, con amplia mayoría parlamentaria, mal aconsejado por su eminencia negra, Dominique de Villepin, disuelve, sin motivo, el Parlamento, y gana el PS en 1997. Jospin es primer ministro durante cinco años. Reelegido presidente en 2002, con 82% de los votos, debido al susto Le Pen, obtiene –y tiene– de nuevo amplia mayoría parlamentaria, pero dos años después –otra vez– en la primera vuelta de las regionales, ganan de nuevo los socialistas. ¿Cómo se va a poder construir algo sensato en tales condiciones? Hay que matizar, claro, porque se trata de la primera vuelta, y los vencedores sólo serán designados en la segunda, el próximo domingo.
 
Pero eso no quita que los socialistas, barridos por los electores en 2002, son los más votados en 2004, obtienen 40% de los votos, la mayoría 34% y el FN, unos 17% (mucho más que ERC en Cataluña). Para no perder muchas regiones en la segunda vuelta, la mayoría, que se presentó por separado en la primera, con listas UMP y listas UDF, deberá no sólo unirse, sino ganar nuevos electores. El PS está asegurado del apoyo del PCF y de los Verdes, son sólo magras migajas, pero que pueden ser útiles en ciertos casos. La extrema izquierda trotskista ha sido barrida, lo cual nada tiene de extraño. En cambio el PCF, desgraciadamente, se mantiene por encima de los fatídicos 5%. Una anécdota a la moda, ya que se trata de señoras: en Île de France (París y región), Arlette Laguillier, contestador automático de la tortskista LO, ha sido derrotada, Marie-Georges. Buffet, secretaria del PCF obtiene un 7%, pero Marine Le Pen, la hija de su padre, un 11%.
 
El más votado fue Jean-Paul Huchon, PS, y actual presidente de la región. Aunque no sea totalmente imposible que en la segunda vuelta UMP y UDF, que irán unidos, y en éste caso sin problemas, triunfen. Algo parecido pueden ocurrir en otras regiones. Como primeras observaciones, a vuelo pluma, diré que Fraçois Bayrou, presidente de la UDF, ha rotundamente perdido su apuesta, ya que su partido no llega primero en ningún sitio, y tendrá que someterse a la UMP. Por otra parte, el FN con un promedio de 17%, puede joder la marrana, con perdón, en todas las regiones. Los sondeos anunciaban una fuerte abstención de 60% o más, pues no llegó a un 40%, lo cual es mucho pero menos que lo temido. En resumidas cuentas, todo se decidirá en la segunda vuelta, pero el aumento de los votos del PS, ya anuncian el estancamiento de las timoratas reformas del gobierno. El inmovilismo ha triunfado una vez más.

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