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Carlos Semprún Maura

Viejos trastos

Tropas francesas, pocas, de todas formas no tienen ejército, siguen en costa de Marfil, en donde la guerra civil continúa. Fueron para evacuar, si era necesario, y salvar la vida a los franceses residentes allí, en situación peligrosa debido a los combates. No iban a meterse en aquella guerra, respetaban la soberanía del país, no iban a tomar partido a favor de ninguno de los dos campos, decían, pero disparan y matan, únicamente a “rebeldes”. No digo que se trate de acciones criminales, puede que sean necesarias, no sé, nadie sabe lo que ocurre realmente en Costa de Marfil, sólo que hay mucha hipocresía por parte de las autoridades francesas, y que sus antiguas colonias en África, ésta, así como Senegal, pongamos, si durante un tiempo gozaron de mayor tranquilidad que el resto del continente (exceptuando a Argelia, desde luego), ese tiempo ha caducado, los disturbios y los problemas se extienden por toda África, sin que la menor solución se divise. Y, en ningún caso, es solución la “política africana del Elíseo” desde de Gaulle.

Se ha cerrado el “centro de tránsito” de Sangate, en donde se hacinaban kurdos, afganos, irakíes, etc, cuyo eldorado era el Reino Unido, un eldorado muchas veces imposible de alcanzar. Los británicos han acertado acoger a la mayoría de los refugiados, en busca de algo que les permita sobrevivir, los franceses expulsarán a los que queden, salvo a un puñado, y los ministros de Interior de Francia y Reino Unido han bailado juntos un apasionado vals vienés, para festejar la solución. No han solucionado nada.

La cadena de televisión estatal France 3 está en huelga desde hace casi un mes. La huelga se inició como un movimiento de protesta de todo el sector audiovisual estatal, pero los de France 3 continúan solos en paro. Es una huelga curiosa, casi diría “freudiana”. Desde luego, los habituales problemas materiales, salarios, garantía de empleo, promoción, se evocan; desde luego, las tésis socialburócratas sobre la defensa del sector público, o sea del Estado, se exprimen, pero lo esencial parece ser un malestar sobre su identidad. ¿Cómo es posible que en una cadena estatal, más del 50% de los programas están realizados por empresas privadas? ¿Cómo puede el Estado, y nuestros responsables políticos, encerrarnos así en los armarios? Porque las privadas resultan más baratas, responden cínicamente los ejecutivos. Desde luego, nadie trata del contenido, nadie alude a la calidad de dichos programas.

Toda la prensa gala se vuelca estos días en la condena de las autoridades gallegas y españolas, por su supuesta irresponsabilidad ante el naufragio del “Prestige” y la marea negra, olvidándose, adrede, claro, que ocurrió exactamente lo mismo en Francia, con el naufragio del petrolero “Erika” pongamos, hasta en la condena de la imprevisión e ineficacia de las autoridades francesas. Sin embargo, hace siglos que los USA han resuelto este problema. A ver si la UE se decide a hacer lo mismo, pero de verdad, no sólo bonitos discursos en ese gigantesco cementerio de pájaros.

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