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Carlos Semprún Maura

Vodevil verde

Carta de París
Carlos Semprún Maura
Vodevil verde


No os creáis nada de lo que la prensa, francesa como española, proclama a diario, a propósito del pánico, paranoia, angustias mil, que hacen tambalear a los USA, es falso. Yo no me lo creo, por un motivo obvio: como es lógico, desde el 11 de septiembre, hablo más frecuentemente por teléfono con mi hijo mayor y su mujer que viven en Nueva York, y nada de lo que me cuentan corresponde al tono alarmista de la prensa.

Para explicar estas exageraciones hay que tener en cuenta que el catastrofismo hace vender periódicos y “ata” a las teles. Al público, por lo visto, le gustan las malas noticias, y un título como “calma y firmeza en Nueva York”, por ejemplo, defraudaría los sentimientos turbios, sadomasoquistas, de tantos, que se complacen con las desgracias. A esto debe añadirse otro sentimiento turbio y francamente antiyanqui: “Tienen miedo, les está bien empleado, que se... fastidien”.

Siempre hay que matizar, verdad de Perogrullo, porque al mismo tiempo, y según un sondeo publicado este lunes, en Le Figaro, el 55% de los franceses son favorables a un mayor compromiso de su país en la lucha contra el terrorismo; el 69% están de acuerdo con la respuesta militar de los USA en Afganistán; el 66% opinan que Francia también puede ser víctima del terrorismo, etc. Y en cuanto a la actitud de sus líderes frente a la crisis, un 65% considera que Chirac actúa mejor, contra sólo un 22%, que piensan, al contrario, que es Jospin.

Y luego vienen los sociatas, que fingen indignarse porque se le aplaude al presidente Chirac en Perpiñán. Este Sondeo, pese a todo, tiene cierto interés, porque a contracorriente del derrotismo seudo pacifista de los medios de información, la opinión pública valora a Chirac porque parece mucho más firme que Jospin, en la solidaridad con los USA en la guerra contra el terrorismo, y le aplauden por eso. Confieso que yo, muy crítico con ambos, soy más pesimista, las diferencias me parecen constituir matices simbólicos, sin resultados concretos.

En medio de tanto bulo y tanto catastrofismo, no podía faltar el ridículo vodevil de los Verdes. Resumamos: el mes de junio, en una consulta a sus militantes para elegir su candidato a las presidenciales de 2002, se esperaba que saliera Noel Mamère, salió Alain Lipietz. Al margen de conflictos de aparato, esto puede explicarse porque Lipietz es un veterano izquierdista, maoísta, mientras que Mamère fue colaborador del “derechista” Brice Lalonde, Mamère se enfadó, tiene sus nervios. Candidato oficial, Lipietz no cesó de hacer declaraciones, “imprudentes”, sobre Córcega y otros temas, que no gustaron a la dirección del partido, únicamente preocupada por las alianzas electorales con el PS, lo cual exige más bien aparentar, ser diferentes, pero no disconformes. La dirección del partido Verde, llegó incluso a censurar un artículo de su candidato sobre los atentados del 11 de septiembre. Teniendo en cuenta un conflicto de tal magnitud, se decidió una nueva consulta de los militantes para barrer, o borrar, a Lipietz de la candidatura. Se ha conseguido este fin de semana.

Ahora, Dominique Voynet y los suyos proponen a Noel Mamère, al que habían traicionado en junio. Y Mamère acepta. Acepta después de haber dicho mil y una veces que no quería ser candidato, la última el sábado 13, en una entrevista a Le Monde, en la que volvía a afirmar que su decisión de no presentarse era irrevocable. Claro, toda la prensa este lunes 15 se mofa de él y de los Verdes. Pero el problema no es ese, el problema no son los candidatos y sus navajazos para imponerse, el problema es que Mamère es tan imbécil como Lipietz y si más recientemente
fundamentalista que su vendedor-vencido, hoy es igual de izquierdista, en el peor sentido de la palabra. Como se decía en las Batuecas, los Verdes han ido de Guatemala a Guatepeor, y yo me alegro, porque habiendo hecho durante tanto tiempo el ridículo, perderán votos.

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