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Carlos Semprún Maura

Zafarrancho sin combate

Ya se están comprando las coronas de flores para un entierro de primera clase del CPE. Es sintomático que prácticamente nadie hable en serio de ese contrato, y menos aún haciendo propuestas alternativas.

Un afgano se convierte al catolicismo e inmediatamente se le detiene, se le procesa y se le condena a muerte, como apóstata. Esto ocurre en Afganistán, hoy país ocupado por las tropas "imperialistas" e "infieles" que supuestamente han barrido la tiranía islámica de los talibanes para imponer elementos de democracia y derechos humanos, y por lo tanto, en principio al menos, la tolerancia hacia todas la religiones, y el derecho individual a practicar ésta o aquella. Pues no, en Afganistán el islam absolutista sigue dominando pese a un puñado de soldados españoles, franceses y de otros países que, habiendo desertado el frente iraquí, están presentes allí junto a las tropas angloamericanas. Y la prensa gala, como la europea, tiene la caradura de clamar victoria porque una campaña internacional ha salvado la vida al apóstata, que ha podido refugiarse en Roma. Se ha salvado a un hombre, pero eso es lo de menos ya que la ley islámica sigue vigente, y nadie podrá convertirse al cristianismo o al budismo (como Sharon Stone) sin verse condenado a muerte. Mientras tanto, los medios franceses multiplican sus reportajes, testimonios y editoriales para convencernos de que el islam es una religión de amor, tolerancia y caridad. ¡La cobardía occidental no tiene limites!

El piso de Eugène Ionesco estaba en el bulevar Montparnasse, y un día de mayo del 68, cuando bajo sus ventanas marchaban los manifestantes, se exclamó: "¡Toma! ¡Los futuros notarios desfilan!". Hoy se diría los futuros funcionarios, o que más bien se manifiesta la utopía juvenil y revolucionaria de convertirse en rond-de-cuir. Bien sabido es que el pasado viernes el presidente Chirac anunció que promulgaba la ley sobre el contrato de primer empleo, pero con dos modificaciones: el periodo de prácticas duraría un año en lugar de dos, y cualquier despido debería ser justificado por el empresario, rellenando las mil y una páginas de los formularios estatales y sometiendo su decisión de despido al veredicto de los tribunales laborales. O algo así. En realidad, nadie sabe nada, ya que Chirac le ha pasado la patata caliente a Sarkozy, ninguneando a Villepin, y todo está por discutir de nuevo en el Parlamento.

Los diputados de la mayoría UMP están haciendo propuestas, después de haber discutido con los sindicatos. Ya se están comprando las coronas de flores para un entierro de primera clase del CPE. Es sintomático que prácticamente nadie hable en serio de ese contrato, menos aún haciendo propuestas alternativas, concentrando las críticas en ataques personales a Chirac, Villepin y Sarkozy. Porque de eso se trata, de echarles y ocupar sus cargos; lo del empleo juvenil siendo solamente un pretexto movilizador. Porque si ganan los manifestantes, la izquierda unida y los sindicatos, no cambiará nada y se mantendrá el mismo paro juvenil y el desempleo en general.

Los sindicatos estudiantiles anuncian una huelga general a partir de mañana martes, nueva jornada nacional de protesta, que se espera de mediana intensidad, pero con más peligro de castaña que otras. La proximidad de los exámenes y el peligro de anulación no parece inmutarles, como si fueran conscientes –pero no lo son– de que sus diplomas, empezando por el bachillerato, se han convertido en papel mojado, sin valor educativo ni profesional, salvo las Grandes Ecoles, que no están en huelga.

Lo trágico, repito, es que a nadie siquiera se le ocurre exigir la libertad del mercado laboral, como la de los otros mercados, lo cual no excluiría acuerdos entre trabajadores y empresarios por ramas de industria, pongamos, pero con el estado abandonando su monopolio y limitándose a un papel de árbitro y defensor de la viuda y el huérfano. La vida es sueño.

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