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Carmelo Jordá

Adriana, lo has clavao: hablemos de corrupción

Lastra ha encontrado la bomba nuclear política, la estrategia perfecta para Andalucía, el golpe letal que nadie vio venir…

Lastra ha encontrado la bomba nuclear política, la estrategia perfecta para Andalucía, el golpe letal que nadie vio venir…
Adriana Lastra. | EFE

La vicesecretaria general del PSOE, de nombre Adriana Lastra y de profesión sus labores políticas, ha encontrado el gran argumento que va a hacer que el PSOE arrase en las próximas elecciones andaluzas.

Sí, ya sé que prácticamente casi todas las encuestas colocan al PP en disposición de gobernar en solitario y a la suma de los populares y Vox en una mayoría casi tan absoluta como el poder de Luis XIV; ya sé que Juan Espadas no acaba de cuajar y que desde que dejó la Junta todo es mohína en el PSOE andaluz; ya sé, no crean que no, que para sorpresa de muchos Juanma Moreno llega a la cita con las urnas avalado por casi cuatro años de gestión muy solvente y, sobre todo, por controlar la Administración autonómica que probablemente más capacidad de influencia en el electorado tenga en toda España.

Pero nada de eso tendrá la más mínima importancia porque Adriana Lastra ha encontrado la bomba nuclear política, la estrategia perfecta para Andalucía, el golpe letal que nadie vio venir: acusar al PP de corrupción.

¿En la Andalucía de los 700 millones robados con ERE? Sí. ¿En la región del chófer de la farlopa? En esa y no en otra. ¿En la misma comunidad autónoma del cargo público con "dinero p’asar una vaca"? La misma. ¿Allí donde se pagaban con tarjetas de la Junta las visitas a casas de lenocinio? Efectivamente, hasta allí ha ido Lastra a poner sobre la mesa el tema de la corrupción, una lince, la tía, una verdadera Von Clausewitz de las campañas electorales, la Sun Tzu de la política del siglo XXI, la repera, vaya.

Sin embargo conviene no equivocarse: lo esencial de esto no son las limitaciones evidentes de Adriana Lastra, prueba rotunda e irrebatible de la degeneración intelectual de los partidos españoles, lo sustancial del asunto es a qué votantes y a qué medios de comunicación se dirige la número dos del PSOE.

Si hubiese un votante y sobre todo unos medios de izquierda medianamente críticos, el PSOE, de no haber desaparecido ya, tendría que elaborar un discurso mínimamente razonable y encontrar a alguien que no fuese Lastra para lanzarlo y hacerlo creíble. Esta rebaja de nivel sólo es posible en un entorno mediático que es un páramo intelectual, un baldío grotesco en el que los rebuznos de la vicesecretaria general quedan como un sonido más del paisaje, un poco estridente a veces, pero no particularmente llamativo si lo comparamos a los de Irene Montero, la MeMa o la otra Montero el raro día que se la entiende.

Eso sí, sumergidos en esta endogamia intelectual –es un decir– en la que estas cosas les parecen normales, ni siquiera se dan cuenta de que ni el más recalcitrante socialista va a votar al PSOE andaluz como un antídoto contra la corrupción y de que, precisamente, al que le interesa que ese tema esté encima de la mesa es al PP, que será como será pero no ha protagonizado el mayor robo político, contado en millones de euros, de toda la historia de Europa. Luego, cuando el resultado electoral refleje un cambio histórico en la comunidad que ha sido durante décadas granero de votos y poder para la izquierda esos mismos medios se preguntarán qué ha pasado y cómo su alerta antifascista y anticorrupción no ha surgido efecto.

En resumen, que sigue así, Adriana, lo has clavao: tú pásate toda la campaña hablando de corrupción y el 19-J verás qué risas nos vamos a echar.

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