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Carmelo Jordá

Con la libertad se ganan elecciones

Ayuso ha arrasado a sus rivales, que eran prácticamente todos, y lo mejor de todo es que lo ha hecho tomando la libertad como bandera.

Ayuso ha arrasado a sus rivales, que eran prácticamente todos, y lo mejor de todo es que lo ha hecho tomando la libertad como bandera.
EFE

Que Isabel Díaz Ayuso hubiese logrado con el apoyo de Vox una ajustadísima mayoría absoluta habría sido ya un resultado extraordinario, dadas las circunstancias en las que se ha producido: tras dos años de una persecución mediática atroz, con el Gobierno usando todos los resortes del Estado para boicotearla, después de sufrir una pandemia, inundaciones y nevadas históricas y siendo la pieza de caza mayor más codiciada por la izquierda más violenta y liberticida de los últimos años.

Con todo eso a sus espaldas, la victoria de Ayuso –y en menor medida de Monasterio– habría sido impresionante incluso de haberse producido en el descuento y de penalti injusto, pero es que no han ganado por la mínima: la popular ha llevado a su partido a un porcentaje de voto propio de la época del bipartidismo y, en conjunto, PP y Vox han sumado nueve escaños más de la mayoría absoluta y 20 más que el bloque de izquierdas. Una goleada, un palizón, una masacre.

Ayuso ha arrasado a sus rivales, que eran prácticamente todos, y lo mejor de todo es que lo ha hecho tomando la libertad como bandera. LIBERTAD, con mayúsculas, para oponerse a los aspirantes a tiranos, para que cada uno viva como quiera sin tener que seguir el neocatecismo progre, para que la gente se pueda ganar la vida sin tener que depender de papá Estado.

A estas alturas estamos todos deslumbrados por los 65 escaños, por el fracaso enorme del peor PSOE en décadas, por la retirada forzada del no menos fracasado Iglesias… pero sin embargo quizá lo más importante de estas elecciones sea que se han ganado gracias a una campaña en la que se ha hablado de gestión, sí, de hospitales y educación, también, y de pandemia, por supuesto, pero que ha tenido a la libertad como protagonista esencial, incluso en esos temas más prácticos del día a día: libertad para elegir, para educar, para decidir…

Y los madrileños no sólo han votado en bloque por esa libertad, por esas libertades, sino que se han sentido interpelados y, al convencerse de que estaban en peligro, han acudido en masa a las urnas batiendo todos los récords de participación y haciéndolo en unas elecciones que encima se celebraban en solitario, ni siquiera con el apoyo de las municipales, y en día laborable.

Yo creo que esa debe ser la principal conclusión que extraiga el PP de esta exitosa contienda electoral: que con la libertad se ganan elecciones, que resulta que llevamos años llenándonos la boca con cuestiones como la gestión, lo público, las hipotecas o el diálogo, pero ha sido la libertad lo que ha movilizado al electorado como nunca.

Me dirán ustedes que los votantes de Madrid no son como los de otras partes de España y tendrán razón, pero lo mejor del tema –es decir, lo peor– es que ahora ese mensaje puede llegar a más gente de la que parece, porque por desgracia la libertad del resto de los españoles está igual de amenazada, o más, que la de los madrileños.

Libertad, repitan la palabra parándose en cada una de sus sílabas: li-ber-tad; escríbanla en mayúsculas, LIBERTAD, porque desde ahora no sólo es nuestra aspiración natural, no sólo nos gusta porque es la base de la prosperidad, no sólo es la medida de nuestra dignidad como pueblo, es que además abrazándonos a ella se ganan elecciones.

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