Menú
Carmelo Jordá

De bisagra a muleta

Lo que era bisagra y pudo ser puerta ahora se ha quedado en muleta: un artilugio en el que se apoya el peor Gobierno de la historia cuando no le queda más remedio.

Lo que era bisagra y pudo ser puerta ahora se ha quedado en muleta: un artilugio en el que se apoya el peor Gobierno de la historia cuando no le queda más remedio.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una videoconferencia con la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. | Moncloa

Ciudadanos llegó a la política nacional con dos propósitos importantes o, mejor dicho, con un propósito y una herramienta clave para cumplirlo. El qué era luchar contra el nacionalismo, el cómo siendo lo que entonces se llamaba un partido bisagra: capaz de completar mayorías con PP y PSOE para que los dos grandes no necesitasen los votos de los separatistas catalanes o vascos y así reducir o eliminar su influencia.

No era una mala idea y, de hecho, durante un tiempo hasta llegó a ponerse en práctica: Rivera pactó un Gobierno imposible con Sánchez y después uno posible con Rajoy que duró lo que duró, pero al menos nos permitió salir de un ciclo de repeticiones electorales que se podría haber eternizado. También funcionó en algunas autonomías: aquí se apoyaba al PP, allí al PSOE y siempre que era posible se evitaba –una segunda vocación del partido– que Podemos llegase al poder.

Más tarde, el desastre de la gestión del golpe en Cataluña y la escena del bolso en el escaño alimentaron para los naranjas el sueño de pasar de bisagra a puerta, pero al final no fue posible: unos pocos miles de votos más a Casado, un par de triunfos por los pelos –especialmente en Madrid, siempre Madrid– y una situación endiablada y mal gestionada han acabado con el partido.

Lamentablemente, en lugar de cerrar el chiringuito, darle cristiana sepultura y dedicarse a otra cosa, los actuales gestores de Ciudadanos se empeñan en una marca que no tiene posibilidad alguna de recuperarse y que, además, si la tuviese se la estarían arrebatando con esta agonía tan lamentable y por momentos obscena.

Así que lo que era bisagra y pudo ser puerta ahora se ha quedado en muleta: un artilugio en el que se apoya el peor Gobierno de la historia cuando no le queda más remedio y, eso sí, siempre tras una serie de humillaciones públicas que harían sonrojarse de vergüenza ajena al frío y blanco mármol del David de Miguel Ángel.

De ser una opción política que parecía que podía contribuir y quizá hasta liderar una más que necesaria regeneración de la política española, Ciudadanos ha pasado a convertirse en un grupúsculo penoso que cree que puede estar en el centro entre España y los que quieren destruirla, a mitad de camino entre la política decente y los socios de la ETA. Un grupúsculo que piensa que puede justificarse permitiendo la aprobación de una reforma laboral horrible porque podría ser peor y, sobre todo, que no se da cuenta –y en esto no es el único– de que cualquier gesto aparentemente altruista hecho ante un Gobierno totalitario y liberticida al final sirve sobre todo para darle oxígeno y fuerzas con que seguir recortando la libertad y destruyendo España.

La verdad es que no sé qué más tiene que pasar para que unos y otros se enteren de que con este Ejecutivo no cabe ningún acuerdo, de que con Sánchez y sus socios no se puede ir ni a cobrar una herencia. Y tampoco sé qué tiene que pasar para que los pocos irreductibles que quedan vean que votar a Igea o Marín o Arrimadas es, casi seguro, votar una muleta de emergencia para que Sánchez pueda seguir manteniendo su alianza con Podemos, ERC y Bildu.

Temas

En España

    0
    comentarios