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Carmelo Jordá

¡Es Rubalcaba!

Tras el batacazo de las catalanas y poco antes de la hecatombe autonómica y municipal de 2011, Zapatero podría anunciar que él no se va a presentar y señalar definitivamente a Rubalcaba.

Aunque hay versiones para todos los gustos, la primera lectura que en mi opinión puede hacerse de la crisis de gobierno que nos ha servido por sorpresa Zapatero es que ya tenemos delfín, aunque quizá no sucesor.

Me explico: es obvio que el ascenso de Rubalcaba, que toma todo el protagonismo de cara a la opinión pública que tenía De la Vega y su poder como coordinador del Gobierno, sin dejar además sus funciones como ministro de Sitel, digo de Interior, le señalan como el elegido para un relevo que habría de producirse, de una forma u otra, para las elecciones de 2012.

Ya antes de esto algunos empezábamos a vislumbrar que Zapatero no iba a optar a un nuevo mandato, pero la operación que ha tomado forma este miércoles sólo se explica en ese sentido: el presidente no lo será más e intentará que Rubalcaba sea el candidato, para ello no sólo acumula bajo su alopécica cabeza un poder más que considerable y que no admite comparación con el de ningún otro compañero de Gobierno o partido (excepción hecha del propio presidente, claro), sino que le señala como relevo natural: cuando falta el presidente, el más claro en la línea sucesoria es el vicepresidente primero.

Con esto además ofrece a este hipotético candidato un púlpito inmejorable de cara a la opinión pública, que va a "disfrutar" del barbado rostro del hasta ahora ministro del Interior día sí y día también en todo tipo de ruedas de prensa, viajes "de estado" y comparecencias parlamentarias.

Por otro lado, hay que señalar que desde cierto punto de vista, el de Zapatero, la elección es de lo más lógica: como demuestran el propio ascenso del titular de Interior y también la incorporación al Ejecutivo de Ramón Jáuregui, el único logro político que el presidente espera poder presentar al electorado de aquí al 2012 es el final de ETA. Es más: el propio Zapatero ha hablado de ello en la comparecencia en la que ha explicado los cambios.

Así que si de lo único que van a poder presumir es de algo relacionado con las funciones del ministro de Interior... ¿qué mejor candidato que el propio ministro de Interior para evitar la previsible debacle electoral?

El panorama que se nos dibuja es claro, aunque como todo en política pueda verse modificado o incluso radicalmente cambiado a tenor de los acontecimientos futuros (y más dado lo previsiblemente negativo de muchos de esos acontecimientos): tras el batacazo de las catalanas y poco antes de la hecatombe autonómica y municipal de 2011, Zapatero podría anunciar que él no se va a presentar y señalar definitivamente a Rubalcaba

Con esto lograría varias cosas: evitaría en parte que los barones regionales recibiesen en sus posaderas la patada destinada a un presidente al que ya no tendría sentido castigar si se va; calmaría algo el ambiente político (recordemos el efecto cuasi balsámico que tuvo el anuncio González, con muchos meses de antelación, de la convocatoria electoral de en 1996); y, por último, descolocaría a una oposición a la que este miércoles ya hemos visto un tanto fuera de juego y que, como ya hemos dicho en otras ocasiones, no parece tener un plan B electoral si falla el plan A de ir contra Zapatero.

El proyecto parece brillante, otra cosa es que llegue a funcionar, pero, si no media catástrofe económica, resulta cualquier cosa menos descabellado.

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