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Carmelo Jordá

Fortasec, Willy, Fortasec

El Fortasec es la solución a los problemas que te ha causado visitar un sitio lleno de porquería e inmundicia: tu propia mente.

El Fortasec es la solución a los problemas que te ha causado visitar un sitio lleno de porquería e inmundicia: tu propia mente.
Cordon Press

Desde que viví una intensa experiencia con la maldición de los faraones en El Cairo, el Fortasec no falta en mi maleta, especialmente si se trata de un viaje a un país con ciertas deficiencias sanitarias, como es, con todos los respetos, el por otra parte maravilloso Egipto.

Por eso no puedo dejar de recomendárselo a aquellos que van a lugares inhóspitos e insalubres, porque no hay nada mejor contra los desarreglos intestinales. Por ejemplo, querido Willy, el Fortasec es la solución a los problemas que te ha causado, seguro, un viaje interior que te ha debido de hacer pasar por un sitio lleno de porquería e inmundicia: tu propia mente.

Imagino que sienten ustedes, queridos lectores, bastante desapego por la persona del más rojeras y reivindicativo de nuestros actores, y lo cierto es que es comprensible. Yo, en cambio, desde que descubrí que en el fondo es un burgués capitalista, le tengo cierto aprecio, como una empatía personal, qué quieren: sentí entonces cierta afinidad de la que ya no me es fácil desprenderme.

Así que, aunque probablemente no debería prestarle tanta atención, me tiene preocupado por esa diarrea mental que el pobrecito arrastra. No puede ser, Willy, ya no tienes edad para según qué cosas y va siendo hora de que tengas en cuenta una verdad que pareces empeñado en demostrar en solitario: la cabeza es como el estómago, y si le metes productos caducados y nauseabundos te vas por la pata abajo, como se dice en Madrid.

Tienes que cuidarte porque en no demasiado tiempo has pasado de ser un actor simpático y gracioso –qué guasa tenías en Siete vidas– a convertirte en una especie de mono de feria ideológica, un hombre-elefante político, una escatológica mujer barbuda y comunista que se exhibe en saraos de medio pelo por plazas de tercera. Ya oigo la presentación: "¡Vean al increíble Willy Toledo, la mujer barbuda, el actor diarreico que todo lo caga!".

Eres, querido Willy, como los cantantes de la época más dura del punk, que escupían –cuando no cosas peores– a su público, aunque ellos sí estaban preparados para la catarata de escupitajos que recibían a cambio de parte de sus enfervorizados fans, y no sé si tú eres consciente de este efecto secundario.

Aquello del punk no duró demasiado y esto tuyo tampoco puede alargarse mucho más. Fortasec, Willy, Fortasec, ya verás qué maravilla: una pastillita y se te cierran los conductos como si te pusieses un tapón de cava –catalán, por supuesto– en salva sea la parte.

Hazlo por nosotros, hazlo por la estética, hazlo por tu estómago y, sobre todo, hazlo por ti, que a este paso la gente no va a ir a verte ni aunque rebajen las entradas de la feria. A este paso, Willy, no vas a tener ni público que te devuelva los escupitajos.

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