Menú
Carmelo Jordá

Puigdemont ya no va ganando

Parece que ya no quedan primos dispuestos a inmolarse en Barcelona, por lo tanto sólo es cuestión de tiempo que el sacrificio tenga lugar en Bruselas.

Parece que ya no quedan primos dispuestos a inmolarse en Barcelona, por lo tanto sólo es cuestión de tiempo que el sacrificio tenga lugar en Bruselas.
EFE

Hasta la mañana de este martes, uno tenía la sensación de que Puigdemont iba ganando la partida. Tampoco parecía un triunfo definitivo, porque es un juego que no se puede ganar desde Bruselas, por mucho que se empeñe; pero siempre parecía controlar los siguientes movimientos, saber a qué se jugaba y manejar los hilos en la distancia.

Esto no quiere decir que el de JxCat sea un estratega a la altura de Napoleón: si juegas al margen de la legalidad, pero al mismo tiempo apoyándote en todos los resortes legales a tu alcance, y, sobre todo, si no tienes el más mínimo pudor y puedes permitirte mentir sin parar, es raro que no saques ventaja.

Del otro lado, además, tampoco ha tenido unos contrincantes con la ferocidad de los hunos: un presidente del Gobierno que ha dicho por activa y por pasiva que no quería actuar y una vicepresidenta que ha demostrado que aquello de su gran capacidad de gestión es un mito tan real como el martillo de Thor, poco más o menos.

Afortunadamente, esos dos no eran los únicos jugadores: han participado los catalanes que han salido a la calle a decir no y que han votado a Arrimadas; los españoles que colocamos la bandera en el balcón; la Corona, impecable en su papel; y, sobre todo, la Justicia.

Así que este martes, que era un día clave, para sorpresa de Puigdemont y los suyos el flamante presidente del Parlament ha decidido que él no va a ir a la cárcel por un tipo que sigue tan ricamente en Bruselas, viviendo por la cara en una suite de lujo mientras envía a los demás a las habitaciones dobles y no muy amplias de Estremera.

Parece que ya no quedan primos dispuestos a inmolarse en Barcelona, por lo tanto sólo es cuestión de tiempo que el sacrificio tenga lugar en Bruselas, tal y como adelantó Tardà el pasado fin de semana.

El juego aún puede dar muchas vueltas y seguro que habrá golpes de efecto y sorpresas, no todas agradables, pero aunque haya momentos concretos en los que la cosa pueda parecer ir mal, incluso aunque haya momentos en los que las cosas vayan peor, Puigdemont se puede ir despidiendo.

Nunca será presidente, quizá nunca reciba el castigo penal que yo creo que merece, pero bastante castigo será vagar por Bruselas creyéndose el presidente legítimo de una república que no existe y que pronto lo olvidará.

Y eso no lo cambia ni la Rahola pegando voces ni unos niñatos haciendo el gamberro frente al Parlament.

Temas

En España

    0
    comentarios