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Carmelo Jordá

Vox acierta

Con Vox centrado en una negociación sensata, será cuando la posición de Ciudadanos, sus contradicciones y su hipocresía, quede más expuesta. ¡Y en qué momento!

Con Vox centrado en una negociación sensata, será cuando la posición de Ciudadanos, sus contradicciones y su hipocresía, quede más expuesta. ¡Y en qué momento!
Vox

Envuelto en una presentación dura para que la cosa sonase a puñetazo sobre la mesa de negociación, creo que Vox ha hecho este martes un movimiento estratégico inteligente; rectificar buena parte del camino andado en las últimas semanas. Conste que digo esto como un elogio, porque, como apunta el viejo refrán, rectificar es de sabios; y más aún, añado, si es para volver a una posición anterior que era más acertada.

No voy a entrar en la cuestión de si el PP ha cumplido el pacto municipal o si ha sido Vox el que no ha esperado lo suficiente, al final ese es un asunto accesorio, lo que me parece sustancial es que Vox se estaba equivocando a la hora de pedir esas concejalías –o esas consejerías, que tanto da–, ya que ni le hacían bien, ni favorecía que se alcanzasen pactos ni, por supuesto, defendía a sus votantes de una supuesta humillación. Dicho sea de paso, este es el argumento político más estúpido que he oído en años: para empezar, porque los votantes no son suyos y para continuar, porque los ciudadanos que depositan su confianza en una u otra formación política no metabolizan lo que decidan hacer sus partidos como quien tiene una oveja negra en la familia, simplemente toman nota y en las siguientes elecciones premian al que en su opinión lo merece y castigan al que se lo ha ganado. Vamos, que, por mucho que nos pongamos grandilocuentes, si ninguno de los firmantes hace algo deshonroso en un pacto para poner a un alcalde, no está en juego el honor de nadie, y menos el de los votantes.

Del mismo modo, lo ocurrido y los posibles pactos que se alcancen a partir de ahora no deben leerse como una derrota de Vox. En la ciudad de Madrid la única derrotada ha sido Carmena –y, bueno, también un poco la comparsita Pepu–; y si hay acuerdo en la Comunidad los derrotados serán Gabilondo, Errejón e Iglesias, dueño, señor y responsable de la debacle cosechada por Isa Serra.

Es más, lo único que puede permitir a Vox conseguir las victorias políticas a las que legítimamente aspira son, precisamente, los Gobiernos del centro-derecha, ya sea municipales o autonómicos, porque allí donde gobierne la izquierda, ¿qué cambios legislativos va a poder impulsar? ¿Qué puntos presupuestarios estará en condiciones de negociar? ¿Qué chiringuitos podrá decir a los ciudadanos que ha logrado eliminar? Efectivamente, la respuesta a las tres preguntas es la misma: ninguno.

He dicho antes que la rectificación de Vox es una vuelta al camino que habían trazado previamente, y yo creo que eso es parte del acierto: los de Abascal se presentaron a las elecciones como la herramienta más poderosa para echar a la izquierda, y no hablaban ni de concejalías ni de votantes humillados, sino de sentido del deber y de sacrificio. La mejor forma de honrar ese mensaje y esa promesa, que en mi opinión animó a muchísima gente a votarles, es haciendo exactamente eso: echando a Carmena de Madrid o al Santisteve de Zaragoza y, por supuesto, impidiendo la llegada al poder de Gabilondo y Errejón.

Por último, hay una cosa más que no conviene olvidar: ahora, con Vox centrado en una negociación sensata, será cuando la posición de Ciudadanos, sus contradicciones y su hipocresía, quede más expuesta. ¡Y en qué momento!

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