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Cayetano González

Casado solo piensa en Casado

El todavía presidente del PP ha tomado este lunes la decisión más equivocada de su ya finiquitada carrera política.

El todavía presidente del PP ha tomado este lunes la decisión más equivocada de su ya finiquitada carrera política.
Pablo Casado. | LD

El todavía presidente del PP, Pablo Casado Blanco, ha tomado este lunes la decisión más equivocada de su ya finiquitada carrera política. En lugar de dimitir, irse a su casa –hay vida fuera de la política, aunque él no lo haya probado– y dejar que otro, Alberto Núñez Feijóo, tome los mandos de la nave popular para intentar reflotarla después de los destrozos causados por la actual dirección, con Casado y García Egea a la cabeza, ha optado por una huida absurda y suicida hacia adelante

Después de siete horas de reunión, la única decisión que ha tomado la pareja Casado-Egea ha sido convocar a la Junta Directiva Nacional del partido, que lleva sin reunirse desde hace cinco meses, el próximo lunes, para debatir en ella si se convoca o no un congreso y si este tiene que ser extraordinario u ordinario. Confían Casado y Egea contar con los suficientes apoyos en ese órgano del partido para aprobar lo que ellos piensen que es más conveniente, ¿Para quién? Eso ya es otra cuestión, porque lo que este dúo de dirigentes considera más conveniente tiene muy poco que ver con lo que a día de hoy quiere la base social de su partido: dimisión de Casado y todo su equipo y convocatoria de un congreso extraordinario cuanto antes, donde se elija un nuevo líder en la persona de Núñez Feijóo.

¿Cómo es posible que Casado esté tan ciego para analizar de una forma tan errónea su situación? Puede ser que se deba a la condición humana, donde factores como el ego o la soberbia desempeñan un papel muy importante. Casado ganó un congreso –no las primarias, que se las llevó Soraya Sáenz de Santamaría– hace tres años y medio, se veía con posibilidades reales de llegar a ser presidente del Gobierno, pero todo se ha venido abajo con la crisis que él ha permitido que se abriera en el PP por querer acabar, políticamente hablando, con la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Cuando uno entra en esa dinámica de pérdida total del sentido de la realidad suceden cosas como las siguientes: el pasado domingo Casado comentó a un líder regional que en la manifestación que había tenido lugar delante de la sede del PP lo que había era simpatizantes de Vox y no de su partido. Respecto a las encuestas publicadas en las últimas 48 horas, en las que se certifica el sorpasso del partido de Abascal al de Casado, este piensa que "podemos dar la vuelta a las encuestas como ya sucedió cuando llegué a la presidencia del partido".

Un tercer botón de muestra de hasta qué punto ha llegado el estado de putrefacción del PP de Casado. En la tarde de este lunes el diputado Alberto Casero, sí, el mismo que con su equivocación en el voto telemático propició la aprobación de la reforma laboral, se ha dedicado a llamar -–por indicación de su jefe, Teodoro García Egea– a los presidentes provinciales del PP para que en estos próximos días acudan a la sede de Génova a decirle a la cara a Teodoro lo que piensan de la crisis y, sobre todo, lo que van a votar en la Junta Directiva Nacional. Ya no cuidan ni las formas: hacen llamar a un diputado que debería estar en su casa después de su grave equivocación en la citada votación.

Pablo Casado está muerto y él lo sabe, aunque se resista a admitirlo. Cuanto más alargue su agonía será peor para él, pero, sobre todo, será muy grave para el PP, que se seguirá desangrando en los próximos días, obligando a todos los dirigentes a tomar partido por una u otra solución, por uno u otro líder.

Y, sobre todo, será grave para España, porque Casado ha dejado muy tocado a un partido que ha gobernado durante quince años, que en su día aglutinó a todo lo que había a la derecha del PSOE, como le gusta decir a Aznar, y que ahora va a necesitar bastante tiempo para recuperar, si es que lo consigue, la confianza de todos los españoles que le han venido votando y han asistido atónitos al espectáculo de estos días.

Es verdad que en política puede pasar cualquier cosa: el PP puede rehacerse cuando cambie de líder; Vox puede crecer hasta límites insospechados incluso por sus propios dirigentes. Pero lo cierto es que, en estos días, quien se frota las manos es la izquierda y más concretamente el presidente del Gobierno Frankenstein, que ve cómo la posibilidad de seguir cuatro años más en la Moncloa es cada vez más real. ¿Esto lo ha tenido en cuenta Casado en estos días? Parece claro que no.

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