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Cayetano González

Sánchez está de los nervios

Cuantos más ataques reciba Ayuso por parte de Sánchez, más votos tendrá ella en particular y el centro-derecha en general.

El presidente del Gobierno es plenamente consciente de lo que está en juego en las elecciones autonómicas madrileñas del próximo 4 de mayo. Muy al contrario de lo que dice el barón popular de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, Pedro Sánchez sí cree que no se limitan a elegir a los 136 diputados de la Asamblea, sino que tienen un significado y una  proyección política que sobrepasa los límites de la Comunidad de Madrid. 

Sánchez sabe que si el centro-derecha consigue en Madrid la victoria que pronostican la mayor parte de las encuestas, su proyecto político, que puso en marcha al formar hace quince meses un Gobierno social-comunista con Podemos y con el apoyo de los independentistas catalanes y los herederos de ETA, sufrirá un importante revés. De ahí el nerviosismo que ha mostrado en los últimos días, con ataques muy directos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, poniendo en cuestión nada más y nada menos que la veracidad de los datos oficiales madrileños sobre la evolución de la pandemia o la estrategia de vacunación.

Pero, poco a poco, a Sánchez los ciudadanos ya le van conociendo y tomando la medida. Cuando un presidente del Gobierno lanza un ataque tan desaforado contra una Administración como la madrileña, y durante un viaje oficial a Senegal, es que debe de ver las cosas muy mal para sus intereses políticos y partidistas.

Lo sorprendente es el error que esa estrategia conlleva. Ya no es que sea indecente hacer eso, utilizando una cuestión tan sensible como la pandemia, sobre la que él no está en condiciones de cuestionar nada ni de pedir cuentas a nadie, sino que con esos ataques directos a Díaz Ayuso colocan a esta en una posición de igual a igual con él. El equipo de campaña de la presidenta de la Comunidad tiene que estar encantado con este campo de juego que ha elegido Sánchez, porque sólo tiene ventajas para la candidata del PP, que además, gracias a su desparpajo y ausencia de complejos, se desenvuelve muy bien. Cuantos más ataques reciba por parte de Sánchez, más votos tendrá ella en particular y el centro-derecha en general. Y el candidato oficial del PSOE, Ángel Gabilondo, queda convertido en un convidado de piedra.

Los nervios del presidente del Gobierno se pueden entender porque lleva unos meses de fracaso en fracaso. Todo empezó con la operación montada desde la Moncloa y secundada por Ciudadanos que tenía como objetivo arrebatar al PP Murcia, Castilla y León y Madrid. El fracaso de la moción de censura en las dos primeras autonomías y los reflejos demostrados por Díaz Ayuso disolviendo la Asamblea y convocando elecciones antes de que le presentaran una a ella han sido un revés muy fuerte y difícil de digerir. A eso hay que añadir que la operación Illa en Cataluña de momento no se ha saldado con la formación de un Gobierno conformado o condicionado por el PSC, de hecho las cosas apuntan a un Gobierno independentista apoyado por los antisistema de la CUP o a una repetición de elecciones.

Algunos piensan que las elecciones del 4-M pueden suponer un punto de inflexión, el comienzo del fin de la era Sánchez. No sé si será exactamente así, pero lo que es seguro es que los ciudadanos con derecho a voto en la Comunidad de Madrid, y muchos que no lo tienen y que viven en otros puntos de España, tienen muy claro que esta es la primera oportunidad para parar en las urnas a quien se ha convertido en el peor presidente del Gobierno que ha tenido España en muchos años. Y cuidado que Zapatero se lo había puesto difícil, pero Sánchez le ha superado.

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