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Cayetano González

Una decisión coherente

¿Alguien entendería que tuviera que debatir con personas tan queridas y apreciadas por él como Ortega Lara, Santiago Abascal o Alejo Vidal-Quadras?

La renuncia de Jaime Mayor Oreja a volver a ser el cabeza de lista del PP en las próximas elecciones europeas, comunicada por el propio interesado a Mariano Rajoy el pasado día 9 en una reunión que ambos mantuvieron por iniciativa del primero en el Palacio de la Moncloa, no debería coger de sorpresa a nadie que conociera mínimamente al político vasco y que reparara en los valores y principios que le han movido durante su vida pública, entre los que ocupa un primerísimo lugar la coherencia.

Conozco a Jaime Mayor desde hace muchos años y me honro con su amistad. Le conocí en Vitoria a finales de la década de los años 70, cuando el era un joven político de la UCD vasca y yo era un joven periodista, redactor de un periódico vespertino alavés llamado Norte-Express. Por esas cosas de la vida, una relación que empezó siendo profesional, fue derivando hacia una amistad personal que siempre supo sortear la difícil y por qué no decirlo, "interesada" relación que normalmente se da entre un político y un periodista.

Esa relación profesional derivada luego hacia una amistad profunda y sincera fue lo que me llevó en mayo de 1996 a aceptar el ofrecimiento que me hizo Jaime de venirme de Vitoria a Madrid para hacerme cargo de la Dirección de Comunicación del Ministerio de Interior de cuya cartera el iba a ser nombrado responsable por José María Aznar. Casi cinco años en el Ministerio, hasta febrero de 2001, en el que Jaime siguió siendo el amigo, pero sobre todo el jefe, y lo primero no evitó que cuando me tenía que echar una bronca por algo que había hecho mal me la echara.

Cinco años en el Ministerio de Interior que me dieron pie para conocer mejor e incluso descubrir facetas nuevas de la talla humana y política de Jaime. Cinco años en los que vivimos juntos momentos y situaciones absolutamente inolvidables; duros y dolorosos la mayor parte de ellos, como los provocados por cada atentado de ETA, pero también de alegría y de satisfacción. Entre estos últimos, sin ningún genero de duda, el mejor fue la liberación por parte de la Guardia Civil en la madrugada del uno de julio de 1997 del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara después de haber permanecido secuestrado por ETA la friolera de 532 días en un inmundo agujero de una nave industrial abandonada a las afueras de Mondragón.

Como es sabido, Jaime Mayor discrepaba profundamente desde hace tiempo con la política que está llevando a cabo el Gobierno de Rajoy en dos temas fundamentales para el, para muchos votantes del PP y para una inmensa mayoría de españoles: la política antiterrorista contra ETA y la respuesta que hay que dar a los desafíos nacionalistas, estén estos liderados por CIU y ERC o por el PNV y ETA, que persiguen lisa y llanamente la ruptura de España. Añádase a estas dos cuestiones una tercera en la que de forma singular Jaime Mayor ha dado la batalla en estos últimos años en Europa: el derecho a la vida del no nacido y su oposición a las legislaciones que favorecen el aborto. La reforma de la actual ley del aborto propuesta por Gallardón le parecía lo mínimo que el PP tenía que hacer, pero a la vista están las reacciones en contra que dentro de su partido ha tenido esa propuesta y los mensajes que ya se mandan de que la ley se modificará en su trámite parlamentario.

Desde la lealtad que uno debe de tener cuando se está en una formación política y mas cuando se tiene un cargo en representación de ese partido, Jaime Mayor siempre ha dicho en privado en conversaciones con Rajoy, o en los famosos "maitines" de la dirección del PP lo que pensaba y cual era su diagnóstico de la situación que vivimos en España. Era escuchado con atención, con respeto, habitualmente con ausencia de réplica, pero en la práctica con muy poco o nulo resultado

Solamente en una ocasión, quiso hacer pública esa discrepancia. Fue en agosto de 2012, cuando se supo que el Ministerio de Interior había tomado la decisión de conceder el tercer grado al torturador/secuestrador de Ortega Lara, Josu Bolinaga y que era el requisito previo para que posteriormente los jueces decretaran la libertad de este terrorista. Una decisión de carácter político que indignó a muchísimos españoles, entre ellos a Jaime Mayor, con el añadido que este había vivido muy en primera persona, como ministro de Interior, el secuestro y la liberación de Ortega Lara. Y, sobre todo, que esa decisión le confirmó lo que muchos sospechábamos y que se ha visto corroborado con el paso del tiempo: el Gobierno de Rajoy estaba siguiendo la "hoja de ruta" pactada con Zapatero con ETA, lo cual no implica que ningún enviado de Rajoy se haya sentado físicamente en una mesa a negociar con la banda terrorista.

Jaime Mayor ha renunciado voluntariamente a seguir en el Parlamento Europeo, aunque ni se irá definitivamente a su casa ni dejará el PP. Pero no cabe ninguna duda que para la adopción de esa decisión ha contribuido, ¡y de que manera!, el desdibujamiento ideológico y la pérdida de los referentes y valores que han sido las señas de identidad de este partido que refundó Aznar a finales de la década de los años 80, que consiguió aglutinar a todo el centro-derecha en sus filas y gobernar España entre 1996 y 2004.

Y uno, cuando le cuesta reconocer o ve muy desdibujado y difuminado el proyecto político en el que ha estado durante tantos años, lo mejor y lo más coherente que puede hacer es apartarse, echarse a un lado, cuando además se llega a la conclusión que ya es muy difícil por no decir imposible cambiar las cosas desde dentro. Jaime Mayor nunca ha estado en política para buscar su comodidad. Su labor en la política vasca –primero en la UCD y después en la refundación del PP vasco-, o en los casi cinco años que estuvo al frente del Ministerio de Interior, o con su candidatura a lehendakari en las elecciones vascas de 2001, así lo ponen de manifiesto. No entiende la política como un espacio para "estar" sino para defender las ideas y los valores en los que se cree. Por eso me parece totalmente coherente la decisión que ha tomado y que ha ejecutado con una gran lealtad hacia el actual Presidente del Gobierno y hacia su partido.

Por otra parte ¿alguien en su sano juicio hubiese podido entender una campaña electoral para las europeas en las que Jaime Mayor hiciera públicamente un diagnóstico tan diferente al que hace su partido en las cuestiones apuntadas anteriormente? ¿Alguien entendería que tuviera que debatir sobre esas cuestiones o sobre otras con personas tan queridas y apreciadas por él como José Antonio Ortega Lara, Santiago Abascal o Alejo Vidal-Quadras? ¿No sería todo un poco esquizofrénico?

Ya es significativo que el último acto público en el que estuvo presente Jaime Mayor fuera el pasado miércoles en Madrid en el acto homenaje a quien fuera compañero suyo en el PP vasco, Gregorio Ordóñez. Acto homenaje en el que conviene recordar no estuvo nadie del Gobierno ni de la actual dirección nacional del PP.

Y también es significativo que el día elegido para hacer pública su decisión de no repetir en las listas de las elecciones europeas coincida con la jornada en la que el PP vasco -ese PP al que Jaime Mayor puso en el 2001 en las cota mas alta de apoyo electoral con 327.000 votos- haya convocado un Congreso que me temo sólo servirá para certificar la falta de rumbo y de horizonte político de un partido que ha dejado de ser lo que fue durante muchos años con personas como Jaime Mayor, Carlos Iturgaiz o María San Gil: un referente moral para muchos españoles en la lucha por la libertad y en la defensa del País Vasco como parte irrenunciable de España.

A ambas cosas, que en realidad son una sola, Jaime Mayor ha dedicado lo mejor de su vida. Algo por lo que se ha ganado hace ya tiempo el agradecimiento y el reconocimiento de muchos españoles votantes o no del PP. Hoy, con su decisión de no presentarse a las elecciones europeas, ha vuelto a ser fiel a sí mismo y a los valores en los que cree y por los que tanto ha luchado.

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