Seguramente no son pocos los que ignoran que el peculiar nombre de la gran isla situada en nuestras antípodas –Australia- deriva de los Austrias, la dinastía que regía España en el siglo XVI. No podía ser de otra manera porque, en contra de lo que parecería desprenderse de determinados libros y series de televisión, el conocimiento del Pacífico no fue una hazaña realizada en el siglo XVIII por el capitán Cook, sino una proeza llevada a cabo por las naves españolas dos siglos antes.
Ya tan sólo por esta circunstancia merecería la pena leer esta reedición de la obra de Justo Zaragoza publicada en 1876 y dedicada al general Pedro Fernández de Quirós. Aunque tanto él como el Adelantado Mendaña constituyen dos grandes desconocidos, lamentablemente incluso para los españoles, a ellos se debe el descubrimiento de Oceanía, de Insulindia y de las Filipinas que hasta 1898 estuvieron vinculadas a la corona española.
Mendaña, descubridor de las islas Salomón, intuiría además, a medio camino entre la exploración y la utopía, la existencia de una Terra Australis Incognita situada más al sur. A esa tierra la llamaría Austrialia y se encaminaría en su busca, aunque tuvo que conformarse con hallar la denominada Austrialia del Espíritu Santo, conocida hoy como Vanuatu y que hasta hace poco aparecía en los libros de geografía como archipiélago de Nuevas Hébridas.
Precedido por un excelente estudio preliminar del profesor José Manuel Gómez-Tabanera, este libro es una obra magnífica que no sólo resulta indispensable para el especialista, sino que puede causar las delicidas del interesado en la historia o en la literatura de viajes en no menor grado que las páginas debidas a Colón, a Pigafetta o a Bernal Díaz del Castillo.
Justo Zaragoza, Historia del descubrimiento de las regiones austriales hecho por el general Pedro Fernández de Quirós, Editorial Dove, Colección Mundus Novus, 1126 páginas.
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